EDITORIAL
diario El País

Brasil, “fake news” y censura

El continente entero está pendiente de la recta final de las elecciones en Brasil. No solo porque es el país más grande e influyente de la región, donde cualquier eventualidad impacta en toda América Latina.

No solo porque la disyuntiva es entre un presidente como Bolsonaro, que ha mostrado tintes autoritarios y populistas, y alguien como Lula da Silva, bajo cuyo gobierno se gestó la mayor red de corrupción de la historia de su nación, y que tuvo injerencias directas en la política de todos los países vecinos. Especialmente en Uruguay, aunque algunos parezcan tener mala memoria al respecto.

Pero también, porque hay aspectos muy preocupantes de lo que está ocurriendo en la campaña electoral de ese país, que son lecciones fundamentales para el resto, sobre cómo hay soluciones a determinados problemas, que terminan siendo peores que la enfermedad.

Tal vez el ejemplo más claro tenga que ver con la regulación legal del financiamiento de las campañas electorales, y de las llamadas fake news.

Brasil tiene un sistema hiperregulado en materia de campañas y financiación electoral. Allí el gobierno impone a los medios como radios y televisión, horarios gratuitos de propaganda electoral, con la intención saludable de lograr que la política se aleje lo más posible de los intereses económicos y empresariales. De alguna forma, en Uruguay el Frente Amplio planteó algo similar antes de las últimas elecciones.

Algunas de las regulaciones impuestas en Brasil para controlar la desinformación y el dinero sucio en las campañas, están mostrando resultados peores que el problema que las originó.

Pero lo que hemos visto y estamos viendo en Brasil, muestra que no se trata de soluciones mágicas ni mucho menos.

Tal vez tenga que ver con que ese país tiene un sistema político muy atomizados. Con decenas de partidos muchos de los cuales se crean y desaparecen en cada elección, y con dirigentes que cambian de partido como quien renueva su ropa interior. Tal vez tenga que ver con que es un país enorme, con un sistema federal, y donde los intereses locales muchas veces pesan más que los del conjunto nacional. Pero ver la forma en que se distribuyen esos minutos de publicidad, un toma y daca mercantil absurdo, muestra que la cosa muy bien no funciona. Esto sin contar con que el sistema no se adapta bien al mundo tecnológico actual, donde los principales encuentros con audiencias han sido a través de podcasts y conversaciones con influencers virtuales.

Pero lo que está generando más polémica en Brasil, junto con el alineamiento escandaloso de los principales grupos mediáticos del país contra Bolsonaro, es el manejo de las llamadas fake news.

El máximo tribunal electoral del país, liderado por el ministro Alexandre de Moraes, ha tomado un protagonismo llamativo en la recta final de campaña. Moraes mantiene hace tiempo una disputa personal con Bolsonaro que agudiza, además, todo lo que sucede.

En los últimos días, ese tribunal ha tomado medidas muy serias, como exigir a las plataformas que eliminen una cantidad de contenidos que consideran desinformación. Incluso ha llegado a determinar una supervisión diaria de las cuentas en redes sociales tanto de uno de los hijos del Bolsonaro, como del principal operador digital del PT, el diputado André Janones, algo que sería impensable en otros países.

Pero la cosa ha ido mucho más allá todavía. Esta semana, el TSE decidió prohibir a la cadena informativa Jovem Pan, usar determinada expresiones como “ex presidiario” o “descondenado”, respecto de Lula Da Silva. Y ha concedido a ese candidato sendos derechos de respuesta por esas afirmaciones.

Estamos ante un caso directo de censura previa, donde un poder estatal marca a un medio de comunicación lo que puede o no decir por anticipado. Cosa que en Uruguay, como en la mayoría de los países occidentales, sería una violación a la Constitución.

Otro detalle llamativo es que como forma de sanción a quienes violan estos preceptos, el tribunal concede más minutos de aire de propaganda gratuita a los afectados, lo cual termina convirtiendo la campaña en un permanente cruce de recursos legales, que desvirtúa el debate, y convierte al tribunal en un protagonista excluyente de la campaña. En las últimas horas, el gobierno denunció que los medios de la región “nordeste”, feudo de los caudillos afines a Lula, han inclinado la balanza en los tiempos de publicidad de manera escandalosa en beneficio del candidato del PT.

Todo esto obliga a abrir los ojos. Y tener mucho cuidado con regulaciones de temas que se pueden hacer con las mejores intenciones, y asumiendo la gravedad de ciertos desafíos actuales, pero que terminan con un remedio que es mucho más grave que la enfermedad.

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