EDITORIAL
diario El País

Argentina, litio, Mercosur y después...

Haz lo que yo digo y no lo que yo hago… bien puede aplicarse en la reciente Cumbre del Mercosur.

Aunque bajados los decibeles en el último encuentro respecto de las anteriores declaraciones, el mandatario argentino le advirtió al uruguayo que “el principio de convivencia en cualquier sociedad es que las reglas se respeten”. Menudo consejo al presidente Lacalle Pou quien pretende abiertamente desde hace meses, una mayor flexibilidad para los socios del tratado regional.

Coinciden sus palabras con que su país está buscando por su parte una excepción a las reglas. La Argentina posee grandes riquezas y enorme potencial a pesar de que hace décadas transita en medio de defaults, crisis económicas y monetarias, problemas políticos complicados, inflaciones agudas e incomprensibles índices de pobreza.

Una de las tantas bendiciones que le ha prodigado la naturaleza es la enorme cantidad de litio depositado en las entrañas del noroeste. La nación vecina es hoy uno de los productores de mayor crecimiento del codiciado metal de estos tiempos. A raíz de una ley propulsada por el presidente Biden, cuya sigla (IRA) -más allá de irlandesas reminiscencias- se traduce como Inflation Reduction Act, los argentinos se están moviendo para lograr acceder a los nuevos créditos fiscales para autos eléctricos. Pero para calificar la ley exige que el 80% del producto de la batería sea extraído y elaborado en Norteamérica o que provenga de un país con acuerdo de libre comercio (TLC) con los EE.UU. Sucede que Argentina carece de un tratado semejante, así que hay un fuerte lobby a fin de conseguir una excepción, según informa un interesante artículo de Bloomberg .

Ramón Díaz: “Las economías pequeñas no tienen verdaderas alternativas respecto de la apertura comercial… Ella no promete un camino suave hacia el desarrollo, pero la estrategia cerrada es una calle cortada por obstáculos insuperables...”.

La ley en cuestión, aprobada en agosto pasado y no implementada todavía, apunta contra la supremacía china en el crítico sector de los metales. Esta legislación ha sido vista como clave desde el punto de vista climático, y a consecuencia un fuerte empujón a la industria local de (EV) vehículos eléctricos. Argentina luce como un socio cantado para la iniciativa de Biden que aliviaría la escasez de suministro a la industria automotriz al contar con el reservorio más grande conocido de litio y por lo tanto abundan las conversaciones entre ambas embajadas y el Ministro de Relaciones Exteriores argentino no es ajeno a ellas, con el objetivo de conseguir la ventaja que suponen las excepciones.

La clave se halla en que productores como Argentina y otros, caso de Indonesia (níquel), otro elemento estratégico para esa industria, es la interpretación de “extraídos y procesados” porque la ambigüedad del vocabulario puede dejarlos afuera y por ende, dificultar el proyecto del propio Presidente norteamericano. Poco antes de anunciarse la sanción de la ley IRA, el grupo Río Tinto, el segundo más importante de la actividad minera, firmó un acuerdo informal con la compañía Ford para venderle litio de su inversión en Argentina. Y no son los únicos que han aterrizado en el país hermano. El gigante surcoreano Posco Holdings está levantando una refinería de hidróxido de litio en suelo argentino.

Desde 2010 a la fecha, la Organización Mundial de Comercio (OMC) registra 172 TLC y ninguno con el Mercosur. Una prueba elocuente del estancamiento del grupo, así como de lo que le significó al Uruguay la criminal oposición del retrógrado y fanático izquierdismo liderado por el ex Canciller Gargano. Al que Vázquez inaceptablemente se avino durante su primer período al no avanzar en la posibilidad de un TLC con la primera potencia mundial. Se desaprovechó una oportunidad única para nuestro país que nos mandó al fondo del patio de una patada, al no seguir adelante con el ofrecimiento del gobierno norteamericano, (enojado el presidente Bush por la ofensa argentina de montar una cumbre paralela de la izquierda al mismo tiempo que visitaba Buenos Aires). Y para colmo, la suma de la presión ejercida por el inusitado viaje a nuestro territorio del entonces Canciller brasilero (amigo de Gargano) Celso Amorim.

Fructifiquen o no los esfuerzos de nuestro actual Presidente, su iniciativa es de las que plantean los estadistas. Y cabe recordar a Ramón Díaz, sobre quien acaba de publicarse un libro de lectura obligada para los que comulgan con su ideario económico liberal y los que no. Sobre todo estos últimos. “Las economías pequeñas no tienen verdaderas alternativas respecto de la apertura comercial… Ella no promete un camino suave hacia el desarrollo, pero la estrategia cerrada es una calle cortada por los obstáculos insuperables de las deseconomías de escala y el poder monopólico fomentado por la clausura.”

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