EDITORIAL
diario El País

Aprender de este bochorno

El Congreso de Intendentes es un organismo de peso institucional pero notorio perfil bajo. Importa, por cuanto permite que los 19 intendentes coordinen políticas que afectan a la comarca pero se conectan con todos los departamentos.

Pretende pues, ser eficaz y util al país aunque se sabe poco de sus reuniones. Pese a la sobria, y a la vez solemne, prestancia del enorme salón donde se reúne en el Palacio Municipal de Montevideo, el congreso rara vez es la noticia que titula la primera plana del diario o la que arranca el noticiero de la noche. Mucha gente ni siquiera sabe quien fue su presidente en este año que termina.

Toda esta explicación viene a cuento para intentar entender qué pasó la semana pasada con el procedimiento para elegir a quien debía presidir el Congreso a partir de 2023.

La designación terminó recayendo, por unanimidad, en el Intendente de Flores. Lo curioso es que por un acuerdo previo, se suponía que ahora el cargo le correspondía a uno de los tres frenteamplistas.

¿Acaso el resto de los intendentes, blancos y colorados, se reunieron en secreto para conspirar contra el Frente Amplio? ¿Se trató de uno de esos complots perversos, propios de una película de intriga?

Simplemente ocurrió que los intendentes frentistas no se pusieron de acuerdo para decidir cual de ellos tres, ni uno más ni uno menos, debía ocupar la presidencia del Congreso. Lo único que lograron fue proponer que la duración del período se dividiera en semestres, con lo que Carolina Cosse lo presidiría durante un tramo del año y Yamandú Orsi en el otro.

Como era de esperarse, la idea no prosperó. Si ya es corto un período anual, cuánto más lo sería por solo medio año. No se trata de resolverle al Frente un entuerto del que no puede salir, con una mala idea.

El Frente por lo tanto, no pudo ponerse de acuerdo para que una de sus figuras fuera el candidato, pero sí acordó en aceptar que alguien de afuera, un blanco, ocupara ese cargo. Todo parece demasiado absurdo como para encontrarle lógica.

Si esta es la unidad que muestra el Frente para las elecciones de 2024, qué poco se puede esperar de él. Si sus dos principales referentes no pueden ponerse de acuerdo en algo tan simple, ¿qué puede esperarse del resto del Frente?

Si esta es la unidad que muestra el Frente para las elecciones de 2024, qué poco se puede esperar de él. Si sus dos principales referentes, y posibles precandidatos, no pueden ponerse de acuerdo en algo tan simple, ¿qué puede esperarse del resto del Frente?

En definitiva, es un enfrentamiento entre enormes egos, una lucha de personalidades.

Carolina Cosse cuenta con el apoyo del Partido Comunista, Yamandú Orsi con el del MPP, continuador político de lo que fue el movimiento guerrillero Tupamaros. Es verdad que los analistas e historiadores señalan viejas rivalidades y diferencias ideológicas entre ambos. Pero en el fondo, los dos tienen algo en común: expresan posiciones muy radicales dentro del Frente. Son la ultraizquierda. Así como algunos politólogos se deleitan en calificar de “ultraderecha” a partidos y dirigentes que no les gustan, estos son sus equivalentes del otro lado del abanico político.

Ese es el drama del Frente: quedó reducido a dos grupos de posiciones extremas y nula tradición democrática. Los sectores moderados han desaparecido. Alguien dirá que Orsi, por ejemplo, luce como un político abierto y empático. Es verdad, pero forma parte del MPP. Los votos y apoyos que obtenga vendrán por ese lado, que de abierto y empático no tiene nada.

De toda esta situación, la Coalición Republicana debe tomar nota y aprender. Ese es el camino que no hay que tomar. Las disputas públicas y escandalosas entre los diferentes sectores por ver quien tiene la idea más genial o el líder que brilla más, aleja adherentes y votantes.

La coalición es nueva y por lo tanto aún frágil. Se está fogueando con el ejercicio del gobierno. Por momentos, trasmite una imagen muy positiva, pero hay ocasiones en que los recelos de algunos por asuntos menores, resultan exasperantes para el ciudadano común. Habrá elecciones internas y primera vuelta y ello llevará a que cada socio compita con el otro. Lo cual es natural y hasta fortalecedor. Pero es necesario evitar el bochornoso espectáculo que están brindando Cosse y Orsi. Eso sería suicida.

Todo el país siguió con asombro este increíble altercado. Los dirigentes partidarios que integran la coalición deberían tomar atenta nota de lo ocurrido y tener mucho cuidado de no repetir ellos, hechos similares dentro de la coalición.

El que observa con cuidado los errores ajenos, aprende mejor.

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