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¡Vergüenza!


@|Leí hace pocos días en un diario argentino la transcripción textual de la catarata de insultos que un grupito de energúmenos profirió contra el Presidente Lacalle Pou, en el acto realizado en Florida, el día de nuestra Independencia. Confieso que, más que vergüenza ajena, sentí indignación y rebeldía ante lo soez de esa agresión verbal, totalmente inesperada para los presentes, ya que el acto había terminado. Más aún, no recuerdo que estas expresiones barriobajeras se hayan dirigido jamás a un presidente en los últimos años.

En su arremetida constante contra el Presidente, el sindicalismo, con el Partido Comunista al mando, ya no reconoce límites y se encamina a sucesos peores todavía. Ni siquiera la institución presidencial presente en el acto más importante de los fastos nacionales, mereció el respetuoso silencio de estos alborotadores de oficio; penosa comprobación de la pendiente moral en que han caído y los desliza hacia un último escalón todavía desconocido.

Contrastando con ello, sin inmutarse, el Presidente Lacalle Pou lució su habitual prestancia, respondiendo con el silencio y la indiferencia a la agresión verbal de los alaridos sindicales. Por eso y por mucho más, su figura se encumbra ante el asedio inmerecido y pérfido de estos profesionales del odio, provocando en la población precisamente el efecto contrario: más aprobación a su gestión de gobierno, superando largamente la de los anteriores, progresistas por más señas.

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