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TLC con China


@|Ante la oportunidad de un TLC con China, a muchas personas les surgen dudas sobre lo que contendrá tal tratado en cuanto a trabajo y desarrollo para el país y lo que podrá suceder con los que resulten "perdedores" ante este nuevo comercio.

A otras les preocupa lo que los socios del Mercosur puedan pensar o hacer ante tales hechos y si este acuerdo podría producir la distancia de Uruguay y hasta la ruptura del organismo.

Sobre las primeras dudas habrá que analizar, con los pies en la tierra, si el contenido del tratado justifica los temores y si hace encontrar la manera de atenuar y hasta eliminar los daños que puedan suceder.

En el segundo tema, se deberá tener claro por qué los socios pueden poner reparos al tratado y cómo ellos pueden ser superados. Uno de los socios tiene que definir si mantiene relaciones con Taiwan o se adhiere al resto, que hace más de 30 años resolvió el punto a favor de China continental.

Otro vecino platense deberá decidir si quiere encerrarse más y así encerrar al bloque en un sistema prebendario, donde la corrupción haga ir todo en contra de su propio pueblo; o si nota que el mundo es redondo, tiene pros y contras, y hay que vivir en él buscando las mejores oportunidades para hacerlo.

El gigante norteño deberá decidir, de una buena vez, si asume su rol del grande de la familia, no cede a las tentaciones de poder que eliminan su mejor desarrollo y de esa forma si se desarrolla y deja de coquetear con cuanto encantador de serpientes se le cruce en el camino.

En los tres casos, no es mucho lo que Uruguay pueda hacer. Hasta ahora y en 30 años, el Mercosur involuciona a ojos vistos. Lejos de ser una unión aduanera imperfecta se ha convertido en una máquina de chantajes a los más pequeños buscando hacer los grandes lo que más les convenga. Y los chicos son tenidos como "el enano gruñón" o "el lastre".

No soy ni fui enemigo del Mercosur. Los memoriosos recordarán lo que, desde Acción Sindical Uruguaya, hiciéramos en pro del bloque, incluso con la contra de varios que hoy dicen otras cosas.

Así que tengo la libertad de ver virtudes y defectos en forma concreta y sin que me impida ver al mundo real que, como dice nuestro Presidente, no nos va a esperar mientras no nos ocupemos de lo que en serio es nuestro futuro; en lo posible con todos los socios, con algunos y hasta solos si es necesario.

Nuestro futuro es ese mundo que no mira atrás. No sea cosa que nos pase como a la mujer de Lot que, por hacerlo, se convirtió en una estatua de sal.

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