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Un sueño constructivo


@|Reconocidos a través de décadas sin que ningún gobierno los considere como tema “de urgente consideración”, hoy desnudados por la pandemia, surgen 3 temas de enorme importancia que se interrelacionan formando un solo combo: asentamientos, trabajo y planes sociales.

Como soñar no cuesta nada, lanzaré una idea que puede pecar de ingenua o ambiciosa y de instrumentarse como “de interés nacional”, con el apoyo de todos los partidos del espectro político, podría abarcar los 3 problemas (vivienda, trabajo y sustento).

La mayoría de los asentamientos tienen su origen en la migración de gente del interior hacia la capital en busca de trabajo; desde el momento que mermó en sus departamentos de origen y por diversos motivos (educación, preparación o capacidades), no logran establecerse y terminan subsistiendo en condiciones infrahumanas en indignos y precarios asentamientos.

Entonces, mi planteamiento consiste en buscar la forma de retornar estas familias a sus lugares de origen, recuperando su terruño incluso el reencuentro con sus familiares, suministrándoles vivienda y trabajo en sus departamentos originarios.

Para lograr esta aparentemente simple propuesta, empezaremos por crear un “Fondo de Rehabilitación de Derechos Humanos”, con la participación de los Ministerios de Vivienda, Obras Públicas y Desarrollo Social y el apoyo comprometido de Economía.

A través del relevamiento de una base de datos de jefes de familia, trabajarán en equipo los 3 Ministerios programando los destinos de repatriación en coordinación con las Intendencias, las cuales deberán disponer del uso de terrenos municipales para la construcción, por parte del gobierno central, de los conjuntos habitacionales que alojarán a las familias seleccionadas.

Dichos conjuntos contarán, cada uno, con un espacio común para la creación de una huerta comunitaria que será atendida por los propios habitantes con el asesoramiento y apoyo inicial de técnicos agrícolas.

Simultáneamente, uno de los miembros de la familia, ocupará, de acuerdo a sus aptitudes, una pasantía en la Intendencia por un período razonable (no menor a 3 años) que podrá ser extensible de acuerdo a su comportamiento laboral.

De esta manera, se realojarán las familias en sus departamentos de origen; se les dará un trabajo con una remuneración que les ayude a recuperar su dignidad; se les darán todos los servicios de salud, educación, luz y agua y a la vez se comenzará a adelgazar el cinturón de pobreza y desigualdad de los asentamientos que rodean la capital.

Las familias deberán cumplir a cabalidad con distintas obligaciones: comportamiento y superación laboral, obligación de asistencia a cursos educativos de los hijos, mantenimiento y cuidado de la vivienda y trabajo comunitario en la huerta.

En esta forma, el Estado estará cumpliendo con sus obligaciones constitucionales, dignificando la vida de sus habitantes más vulnerables y los gobiernos de turno recibiendo el crédito por el cumplimiento de permanentes promesas electorales.

Si se encara como de “interés nacional”, sin antagonismos partidarios, seguramente tendrá un masivo apoyo popular. Definitivamente: un sueño constructivo.

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