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Rendición de Cuentas


@|El Senado de la República se encuentra en plena discusión de la Rendición de Cuentas (RDC) 2020, que ya tiene media sanción de Diputados.

Como sucedió en el tratamiento de la RDC 2019, la LUC y el Presupuesto Quinquenal, el centro del debate son las acusaciones de la oposición de que este gobierno ajusta y recorta por puro placer y de que la “solución” estaría en gastar más en todo. La crítica y la “ingeniosa propuesta” es hecha como si recién bajaran de una nave espacial y no por una fuerza política que rigió los destinos del país durante 15 años, contando para ello con mayorías legislativas. Luce increíble, pero es así.

El problema continúa cuando desde el gobierno se les señala la delicada situación fiscal, agravada por la llegada de la pandemia y la necesidad de cuidar al máximo todos los recursos, para atender ese imprevisto, de la mejor manera posible. Resumiendo, se les marca lo evidente (que dejaron el país con crecimiento estancado, con alta deuda, alto déficit y con 60.000 uruguayos sin empleo), pero aún así, insisten con el reclamo de la misma receta fracasada.

Ante esa precisión, la oposición reacciona, comparando “punta a punta” cifras macro de 2019 contra 2004, pero sin incluir este año, lo cual les permite exhibir números alentadores, en virtud del bajísimo punto de partida y de ocultar adrede la diferencia entre los primeros dos gobiernos, con coyuntura externa muy favorable y el último, donde prácticamente todo fue para atrás.

Y es en ese contexto que el debate entra en un laberinto del cual es imposible salir si no se lo desenmascara y rompe el centro de la discusión de una buena vez. No sé si para salir definitivamente, pero sí para exponer “blanco sobre negro” que lo que el FA pretende mostrar como una maravilla, en realidad no lo fue tanto o más bien estuvo lejos de serlo.

¿O acaso, es un gran mérito haber creado 300.000 empleos en los primeros diez años, partiendo de la base que solo en 2004 se crearon 63.000 y que de 2015 a 2019, se destruyeron 60.000? Claramente No lo parece.

¿O es un gran mérito, que el PBI haya crecido en el entorno del 80% en el periodo 2005-2019, cuando solo en 2004 creció 12,3% y en el periodo 2015-2019, prácticamente permaneció estacado? Tampoco lo parece!!!

¿O es un gran mérito que el crecimiento de la inversión haya pasado de 17,5% del PBI al cierre de 2004 a 23,1% a fin de 2014, para luego entrar en caída libre y cerrar 2019 en17% del PBI? Claramente, no lo es!!

Si se hurga en otras variables macro, se encuentra más o menos la misma situación y evolución, esto es, un aparente comportamiento favorable cuando la comparación se hace “punta a punta” 2019 contra 2004, sin incluir consideraciones sobre este año; pero una performance más bien discreta, cuando se toma en cuenta lo que pasó en 2004 y se analizan los 15 años, distinguiendo los primeros 10 y los últimos cinco.

Ahí la espuma baja y queda claramente expuesto que estos muchachos que se creen fenómenos, en realidad hicieron lo que tenían que hacer y hasta por ahí nomás.

La pilotearon hasta 2014, a partir de una situación delicada pero encausada desde fines de 2003 (que en el debate esconden), mientras la coyuntura tremendamente favorable duró. Apenas ésta se esfumó, todo se cayó como un piano y lo que hicieron de ahí en adelante, fue seguir expandiendo el gasto público a expensas del sector privado, dejando a 60.000 uruguayos en la calle y otros tantos o más, pidiendo agua por señas!!

Y que no vengan con que la crisis de 2008/2009 se sorteó por pericia de sus medidas, que fueron una aspirina en medio del coma profundo. A esa crisis, nos metió China cuando cortó en seco las importaciones allá por setiembre 2008 y nos sacó la misma China, 6/7 meses después, cuando retomo el flujo importador y los precios se recuperaron, a punto tal que 10/11 meses después, eran iguales o superiores a la pre crisis.

Basta de versos y de vender humo como grandes gestores, porque la evidencia es contundente en demostrar lo contrario.

En su lugar, parecería bastante más sensata y prudente una actitud un poco menos altanera y soberbia porque la gestión que llevaron adelante, más que la de un partido defensor de los trabajadores como les gusta autoproclamarse, parece la de su peor enemigo, ya que en el afán de aferrarse al poder y la teta del Estado, les importó poco dejar a 60.000 trabajadores privados por el camino.

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