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Opresión religiosa en Nicaragua


@|Hemos seguido muy de cerca el salvaje atropello de la dictadura de Ortega a la Iglesia Católica nicaragüense.

Presenciamos, en estos días, destrucción de templos, secuestro de sacerdotes, amenazas a seminaristas y laicos e incendios y profanación de imágenes de alto valor espiritual para la grey católica nicaragüense.

Solidaridad total con las autoridades eclesiásticas y apoyo a esos cristianos que defienden sus creencias amparados en el sublime escudo de la Cruz y la Fe Católica.

Son ellos mismos que con lágrimas e hincados en las puertas del Templo se convirtieron en “verdaderos guardianes” del Obispo Rolando Álvarez, sitiado por la Policía Nacional imputándole ser cabecilla de “organizar grupos violentos” e ir así contra la paz del pueblo. Mentiras que sólo responden a una represión internacional contra la Iglesia en Nicaragua, lo que ha provocado exilio de religiosos, allanamientos a personas y jerarquías comprometidas en la Fe, culminando con clausura de medios de comunicación católica, etc.

Allí están esas 11 vidas secuestradas en el Palacio Episcopal cuyos sacerdotes han tenido que suministrar la Comunión a través de un alambrado perimetral, a fieles que rogaban por sus vidas. Enorme valentía de este Obispo cuando declaró: “Nuestras vidas están en manos del Señor”, ofreciendo al mismo tiempo una Misa telemática desde el mismo Palacio en el Departamento de Matagalpa (norte de Nicaragua).

Ya, en el cierre de estas líneas, nos enteramos que la policía ortiguista procedió a llevar preso al Padre Rolando Álvarez entre las 2 y 3 de la madrugada, hora inusual, pero sin duda planificada. También se llevaron a sacerdotes que estaban junto a él quedando solo y por pura gracia el Padre Oscar Escoto. Quiso el destino que a esa misma hora (2 de la madrugada) las campanas de la Curia comenzaran a sonar, lo que motivó que cientos de fieles formaran un patriótico cordón de protección a sus pastores; lamentablemente sin éxito, pero sí dejando un profundo mensaje humanístico y de enorme solidaridad cristiana.

Pero, ¿por qué la autoridad máxima del Vaticano no asiste o envía a su representante más cercano?

Pasó en la triste y desconsolada Ucrania en donde también varias Iglesias fueron atacadas por ese avance destructivo.

Pasa ahora en Nicaragua...

Ni que hablar en Cuba que también hay un control dictatorial sobre la Iglesia. Pero con una excepción; allí intervino el Papa Juan Pablo II con su presencia apostólica en la isla, donde dejó un cirio prendido en las almas de aquellos cristianos que clamaban por él.

Fue tan así, que hay una anécdota muy interesante que después de esa visita, el firme dirigente cubano, en aquel entonces con 71 años, aflojó las restricciones sobre la práctica de la religión. Se vio, sin duda, el resultado de ese valiente misionero que hizo una vez más honor como “Mensajero de la Paz”, dando alivio y apoyo al pueblo cubano.

En el libro de los Macabeos hay un pasaje evangélico que reza: “Nadie puede demostrar más amor que el que tiene que dar la vida por sus amigos” y a continuación agregaba: “Es mejor morir en la guerra que ver la destrucción de nuestro pueblo y de nuestro Santuario”.

Pregonamos una vez más presencia más fuerte y decidida de la autoridad mayor de la Iglesia en apoyo a esos hermanos que necesitan y sufren hoy un movimiento antirreligioso, que sólo busca la destrucción moral y espiritual de los que la defienden dogmática y patrióticamente.

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