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Las nuevas perspectivas


@|Las declaraciones del Presidente de la Suprema Corte de Justicia recogidas en Búsqueda en su edición del jueves 24 de febrero del corriente, me causaron sorpresa, alarma y preocupación. Afirmó muy claramente que en nuestros días los jueces deben analizar y fallar los casos y situaciones que les lleguen en perspectiva de género, y que ello no supone una ideología, sino una obligación legal.

En otras palabras, la nueva hermenéutica y el nuevo relato jurídico sería el siguiente: los jueces, obligatoriamente tienen que emplear a partir de ahora una discriminación positiva en favor de la perspectiva de género toda vez que se encuentren con ese tipo de problemas. Discrepo con este enfoque. El principio de no discriminación – ni negativa ni positiva - debería ser aplicado en todos los casos, no según cómo soplan los vientos de turno.

Mi idea de un Estado de Derecho y de una democracia que lo apalanca, es que los jueces deben estudiar cada situación y fallar para procurar hacer justicia, dándole (reconociéndole más precisamente) a cada uno lo suyo, que básicamente son sus derechos y deberes.

No deben hacerlo en perspectiva de nada; ni de género, ni de raza, ni de inclinación partidaria A, B o Z, ni de religión, ni de simpatías deportivas.
Porque si lo hacen en cualquiera de esas perspectivas, los principios de independencia, imparcialidad y seguridad jurídica se desploman y destruyen. Y por lógica consecuencia, se viene abajo además algo fundamental como debe ser la confianza en nuestras instituciones y en el principio de separación de poderes. Porque en buen romance, una afirmación como la sostenida por nada menos que el Presidente de la SCJ es que en principio, de aquí en más va a estarle permitido y aprobado a los magistrados pre- juzgar a tapa cerrada, si el pre-juzgamiento se hace en perspectiva de género.

Cuando se comienza a transitar por esos caminos, el destino final de lo que se entendía hasta ahora por justicia y seguridad va a ser cada vez más incierto y peligroso. Según cambien las perspectivas, las modas, los éxitos o fracasos de los grupos de presión o la influencia de las redes sociales, será el nuevo sendero por donde deberán transitar las decisiones de la justicia.

Como dato suplementario, un comentario final: ¿han visto alguna vez la diferencia cada vez mayor entre la ausencia de comentarios de los jueces y ayudantes deportivos en diversos partidos previo o una vez terminados los mismos y la creciente exposición en la prensa y otros medios de los integrantes del Poder Judicial?

Parecería que, en el ámbito deportivo, el cual no deja de ser más que una recreación o entretenimiento para las personas, a los jueces y sus ayudantes no se les puede interrogar acerca del acierto o error de sus decisiones y menos aún, con qué enfoque piensan encarar tal o cual otro partido que van a arbitrar en un futuro mediato. Antes o luego de los juegos que arbitran, y es conveniente recordarlo, no son más que juegos, no hablan con la prensa.

Es bueno y es sano que así sea. Mientras que, en el ámbito jurídico-legal, cada vez más nos encontramos con operadores de los tribunales (jueces, fiscales y abogados) que opinan delante de las cámaras con una soltura y locuacidad que roza o vulnera lo prudente, sensato y lo justo. Aquellos son como seres etéreos, inalcanzables, invisibles e intocables. Éstos (por suerte, no todos), con el empuje de la prensa y seducidos por los micrófonos y la exposición mediática, han pasado a ser estrellas rutilantes y fugaces de la comunicación.

Si esas son las nuevas perspectivas, no vamos por buen camino.

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