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Naturaleza y civilización


@|La historia universal narra, con cierto orgullo, el crecimiento de la humanidad y sus conquistas de civilización, pero omite citar los daños infringidos a la Naturaleza, en igual proporción a sus logros. Para hilvanar mi introducción contaré una anécdota, vivo ejemplo de lo expuesto, que no he podido olvidar.

Corría el año 1989 y fui contratado para realizar un trabajo de Arquitectura y Diseño, en Paraguay. La obra estaba emplazada en San Bernardino, sito a 40 km de Asunción y a la vera del Lago de Ypacaraí, un regalo de la Naturaleza en Paraguay, país sin costas oceánicas.

Semanas antes de culminar la casa, se terminó la construcción de un pabellón anexo, ubicado a varios metros en el centro de un amplio solar paradisíaco, poblado de pinos añosos donde se respiraba un aire fresco y silencioso; y el trinar de cientos de pájaros ponían marco a la belleza del lugar. Dicho pabellón, como una escultura mimetizada a la Naturaleza, revestido en piedra gris, hacía gala de inmensos vanos que serían cerrados con cristales para permitir una vista total al exterior, fundiéndose en el paisaje como una gran roca más. Apenas terminado su construcción, fue visitado por todo tipo de aves que entraban y salían por las aberturas, jugando y compitiendo entre sí.

Llegó el momento de culminar las obras procediendo al cerramiento del pabellón con cristales transparentes. Se coordinó el día apropiado para colocar todo en una sola jornada. Partí temprano a la mañana siguiente para dar mi aprobación a las obras. Al llegar sentí un silencio distinto, premonitorio y, al acercarme, llamaron mi atención decenas de pequeñas manchas oscuras sobre el pasto rodeando la construcción de piedra. Lo que había caído en el suelo eran pájaros, esos mismos que hasta ayer volaban en libertad en su Naturaleza. Al amanecer habían reanudado sus vuelos, sin saber que los espacios se habían cerrado; e imagino, fueron chocando contra los cristales cayendo uno tras otro, decenas de inocentes pájaros.

Contemplé en silencio, impresionado profundamente, ese daño causado sin desearlo, al ocupar ese espacio naturalmente salvaje en su Naturaleza y más pensando que simultáneamente hechos similares suceden en el mundo a cada instante, siendo ignorados por la humanidad, sin que al menos esboce un atisbo de culpa y vergüenza.

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