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Hipocresía


@|Hay momentos en que las sociedades humanas, actuando como majada de corderos, obedecen, sin discutir, decisiones de quienes ostentando el poder o por tener el grito más potente obtienen logros injustificados, sin que se alcen voces reclamantes ante tales planificados atropellos.

Como ejemplo perfecto de lo antedicho citaré el resarcimiento económico obtenido por integrantes de una banda terrorista que, en onírica odisea, pretendieron derrocar un gobierno democrático provocando una escalada de sucesos desgraciados, con muertos y desaparecidos.

En hipócrita decisión, en el año 2006, el gobierno actuante decidió el otorgamiento de retribuciones compensatorias y pensiones transmisibles a quienes fueron denominados como “detenidos desaparecidos”, olvidando a consciencia a todos aquellos que fueran asesinados por la fantasía terrorista, sin tener nada que ver en tan absurda revolución.

Estos “muertos olvidados” por la hipocresía política, con el tácito consentimiento de la sociedad, merecen, antes que nadie, un reconocimiento, un perdón de los terroristas y una compensación del Estado omiso.

En otro ejemplo, en estos días, un grupo de productores criadores de ovejas, cansados de las infinitas muertes provocadas en sus majadas por jaurías de perros en sus campos, se atrevió a remover la consciencia ciudadana ante los efectos de tales ataques, mostrando animales muertos y moribundos sin salvación y en lugar de recibir la empatía de los ciudadanos, recibieron el repudio de sociedades animalistas y del propio director del instituto de bienestar animal.

Otra vez la “hipocresía” política y ciudadana, callando o denunciando ante la justicia, a sufridos productores hastiados de la burocrática inoperancia del Estado y de la irresponsabilidad humana en la tenencia de perros que, al ser abandonados, se transforman en jaurías asesinas.

Y como “frutilla de la torta”, el colmo de la hipocresía lo marca el inconsolable FA, apoyando un desubicado referendo, intentando ya no la anulación de 135 artículos de la LUC, sino al borde de la desesperación, pretendiendo jaquear a un gobierno que cada día más, demuestra su vigencia, su aptitud y los positivos efectos de sus leyes.

Hipocresía política y ciudadana, ante hechos irrefutables que no admiten discusión y tan solo promueven “empatía y exigen reconocimiento”.

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