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Educación fallida


@|Nuestro país vive una crisis socio-educativa que se ha ido agravando desde principios del corriente siglo.

Aquí no se trata de apreciaciones personales, sino de certezas absolutas, derivadas de mediciones por parte de organismos internacionales y de lo que surge de la oferta laboral interna y de la demanda de puestos calificados que resulta insatisfecha.

Hay un antiguo dicho que resaltando la importancia de la capital del imperio, decía: “Todos los caminos conducen a Roma”. En el caso de la educación, todos los caminos conducen al fracaso.

Uruguay construyó, hasta la primera mitad del siglo pasado, una sociedad igualitaria con profundas raíces democráticas, de respeto a sus autoridades y con un nivel educativo por encima de la media en América Latina.

Luego, la economía comenzó su decadencia, la moneda se fue depreciando al sostener un gasto estatal por encima del ingreso fiscal y aparecieron los “iluminados” que, a través de acciones terroristas, pretendían derrocar las autoridades legítimamente constituidas.

Se ingresó en un período de guerra interna que derivó en un gobierno cívico-militar que propició actos represivos contra activistas sindicales y pro-soviéticos.

Al retornar la democracia se sucedieron gobiernos de orígenes partidarios contrapuestos que condujeron políticas, en muchos casos, con objetivos disímiles. Entre ellos, la educación sufrió en estos 70 años los vaivenes de las políticas impulsadas por las diferentes autoridades de gobierno, lo que ha derivado en una importante caída de los niveles socio-educativos de nuestra juventud.

¿Qué debemos hacer como sociedad? ¿Dejar que todo siga igual, quedarnos callados y sin reacción frente a reclamos y movilizaciones de sindicatos contrarias al cambio?

El conocimiento avanza de tal forma que no nos va a esperar. ¿Nos quedaremos de brazos cruzados viendo cómo los países del sudeste de Asia invierten y desarrollan las nuevas tecnologías y vemos cómo nuestros jóvenes deben emigrar para tratar de aprender lo que nuestro país les niega por no atreverse a afrontar los cambios necesarios?

Se necesita una profunda reforma estructural de toda la educación. Se registran altísimos niveles de deserción estudiantil a nivel secundario.

Para corregir esta realidad, hay que atacar desde la base misma educativa, es decir desde la “Educación Primaria”. Allí es donde se debe actualizar la currícula escolar y para ello se deberá realizar un análisis de los requerimientos de la educación secundaria.

Entendemos que se debería unificar la enseñanza en los liceos, dejando la actual separación de carreras eventuales a seguir a nivel terciario. Todo ello deberá involucrar directamente a las autoridades, a los docentes y, por qué no, a los mismos estudiantes. Se debería invitar a todos aquellos que deseen aportar ideas constructivas, analizarlas y luego hacer que los ejecutivos de los diferentes órdenes las pongan en marcha.

Existen autoridades en la Administración Nacional de Educación Pública con una firme voluntad de cambio proactivo.

Nuestra ciudadanía debería apoyarlos en forma tal de que se promueva la evolución de la educación en nuestro país, como en su época lo hiciera José Pedro Varela.

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