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Credibilidad del Poder Judicial


@|¿Broma o desafío de la Sra. Juez?

La primera vez que la escuché en Tik Tok, pensé que era un chiste de mal gusto y maliciosa intención política, en el marco de la nefasta “Ideología de Género”. Pero luego comprobé que su ofensivo mensaje era real y que ella se desempeñaba a cargo de la Sede de Pando, en la materia de la inventada “Violencia de Género”.

¡Cuesta creer que esta persona realmente sea una Señora Juez de la República!

Y no me refiero a su aspecto personal -que muchos están criticando ahora- por el respeto que tengo a su alta y trascendente investidura judicial, aunque ella no me respete a mí por el solo hecho biológico de ser hombre, visualizándome como un mero ofensor de una mujer, eventualmente sujeto a su jurisdicción en la manida “Violencia de Género”.

No me rebajaré a ese nivel y la seguiré tratando como una Dama, aunque ella no me considere ni trate como ciudadano con derecho a ser juzgado – no prejuzgado- en el marco del debido proceso, y como un atento Caballero que trato de ser.

Los exabruptos y prejuiciosos descalificativos que ella me ha dirigido, por mi sexo biológico, me duelen e indignan sí, pero más por su rol de Jueza que por su polémica e inaceptable conducta personal.

¡Qué abismal diferencia con los admirables Jueces de generaciones anteriores!

Como Oficial Policial, he trabajado con Jueces Penales toda mi extensa vida profesional, desde 1970, y siempre he admirado el alto nivel educativo, ético y profesional que aquellos Magistrados evidenciaban en sus actuaciones.

Verdaderos Caballeros y Damas consustanciados con el trascendente y vital significado de sus roles en la función jurisdiccional, en el contexto de la institucionalidad republicana, eran garantía de los derechos individuales de todos los ciudadanos, sin excepción ni discriminación alguna (dura lex, sed lex).

Corteses y atentos, más allá de la necesaria circunspección y hasta severidad en el tratamiento de los asuntos sujetos a su valoración y decisión; uno siempre aprendía de ellos y respetaba sus resoluciones, en la concordancia o discrepancia, autocrítica mediante.

Esa recta conducta profesional y estricto apego a la norma jurídica, más su indudable imparcialidad e independencia técnico-funcional, generaron un gran prestigio a nuestro Poder Judicial en todo el continente americano, plagado de groseras manipulaciones políticas a los Jueces, inmoralidades e injusticias de todo tipo en perjuicios de los pueblos.

Uruguay siempre fue la excepción, en el marco de nuestro Estado de Derecho Democrático y Liberal.

Por eso es esencial que los ciudadanos mantengamos el debido respeto y consideración hacia el Poder Judicial y no lo juzguemos por algunos de sus operadores – como esta Sra. Juez o el Fiscal de Delitos “Lesa Humanidad” que fabrica relatos a falta de pruebas- , que desentonan y rompen con la tradicional imagen e imparcialidad que ellos representan, al poner encima de la ley y de la ética profesional, a sus creencias políticas e ideológicas, a impulsos de la izquierda frenteamplista radical y sus corporaciones u organizaciones afines, como viene sucediendo en los últimos años.

Es peligroso a la estabilidad institucional, el promover actitudes proclives al descrédito del Poder Judicial.

No generalicemos y sigamos orgullosos de nuestros Jueces.

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