La Ciencia
@|La ignorancia y la estulticia, nodrizas del fanatismo, matan. Toda la sociedad paga -lo estamos viendo- las consecuencias de quienes niegan lo evidente. No hay más que mirar a nuestro alrededor para comprobarlo.
Abundan quienes, refractarios al uso de la mascarilla y distancia recomendada, aún no han comprendido la gravedad de la pavorosa infección que recorre el orbe y quién sabe con cuántos muertos se saldará, sin contar los daños materiales.
Ningún dios vendrá en nuestro rescate. Lo hará la Ciencia de la mano de la razón y hará lo que pueda.
La Ciencia no alienta milagros ni promete imposibles.
Se centra en lo esencial para que fue creada: salvar y mejorar cuantas vidas le sea posible.
Debemos confiar en los hombres de ciencia, no en tiradores de dados y vendehumos.
Mientras tanto, acato y cumplo, racionalmente, las recomendaciones de la OMS.
Pero como hacen los propios científicos, no espero milagros, ni particulares ni colectivos.
Es nuestro primer deber -ya ciudadano, ya familiar - cuidar de nuestra salud y la del prójimo.