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Accidentes de tránsito


@|La distracción al volante.

Raro es el día en que los informativos no registren otro “inexplicable” siniestro frontal o despiste de tránsito en nuestras rutas nacionales. Es un fenómeno que, lejos de menguar, va en aumento. Algo relativamente novedoso debe estar sucediendo, ya que en la mayoría de los casos se trata de vehículos nuevos o en buen estado de mantenimiento. Frecuentemente este tipo de accidentes son producidos por la sorpresiva invasión del carril contrario de camiones (medianos, grandes o enormes) y de coches particulares; y abarca un amplio abanico de edades, tanto de varones como mujeres. Es probable que haya algo en común en todos ellos. Toda vida perdida o estropeada tiene valor.

Pero me preocupan, muy especialmente, las muertes e invalidez evitables de compatriotas en la flor de la edad. (Los decesos más habituales en estos casos ruteros). Por otro lado, al quedarnos sin saber las razones (o sinrazones) del violento episodio, perdemos la oportunidad de aprender, todos, el por qué se produjo. Por tanto, no sabremos qué debemos corregir.

La sociedad toda queda sin saber el resultado de las indagatorias técnicas y humanas que, sin duda, han incidido en tal o cuál desastre vial. Por supuesto que no debe ser un solo factor (mecánico, ambiental o humano) el desencadenante de las tragedias ruteras.

La tecnología puso a nuestro servicio una herramienta de entretenimiento y de aprendizaje inexistente años atrás: el teléfono móvil personal.

Nuestras autoridades, basadas en los datos que les proporcionan, o debieran proporcionarles- las compañías de seguros, deberían darnos a conocer (si las conocen) las cifras de accidentes, fatales o no, en que se haya comprobado el mal uso del móvil.

El conductor -cualquier conductor, yo, vos- no puede, no debe manejar con su móvil en la mano. Si todos somos testigos de que no sólo peatones, sino ciclistas y motociclistas en precario equilibrio hacen insensato uso del móvil, ¿qué nos hace pensar que una persona sentada cómodamente al volante se privaría de usarlo? Todos lo sabemos, pero nos hacemos los distraídos, como si la muerte fuese cosa de “los otros”.

En nuestras manos está el remedio para disminuir las pérdidas. La distracción al volante mata. Y la muerte no es sólo cosa de “los otros”. Todos somos “los otros” de los otros.

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