Victoria Fernández Herrera
Victoria Fernández Herrera
Abogada

Un gallego popular

Cuando España está en crisis sabe bien qué hacer: llamar a un gallego para que la lidere y encauce.

Ya lo hizo así dando la histórica mayoría absoluta a Mariano Rajoy, candidato del Partido Popular el 20 de noviembre de 2011, y poniendo fin a la mala y triste gestión de José Luis Rodríguez Zapatero, quien para precipitarse aún más al abismo se consolidó como lamentable portavoz del autoritarismo caribeño.

Y así como lo hizo Rajoy en 2011, Alberto Núñez Feijóo en la próxima contienda electoral española pondrá fin al gobierno de izquierda más ruinoso y desmadrado que ha visto la península Ibérica en décadas. Muchas líneas se han escrito sobre las veleidades de Pedro Sánchez, mucha pena da ver en lo que ha convertido a su histórico partido, su actitud genuflexa ante sus socios anti España, y su desprecio por todo lo que España significa. Para sí misma, y para el mundo.

Porque como unos bárbaros, Sánchez y los suyos han intentado arrasarlo todo. Historia, tradición, familia, creencias, educación, empresas, trabajadores, y lo que es más grave: se han intentado cargar la libertad.

En este lío en que Pedro Sánchez y sus socios convirtieron a la política ibérica, hoy lamentablemente más enfocada en revivir el pasado que en mejorar el difícil presente y poco promisorio futuro, hay sin embargo un destello de luz.

Una luz que como la de la Torre de Hércules alumbra desde Galicia el futuro de España. De una España que de la mano del Partido Popular guiado por Alberto volverá a la buena senda de las naciones más prósperas y respetadas de Occidente.

Porque Núñez Feijóo a diferencia del megalómano que hoy ocupa la Moncloa, no bandea ni a babor ni a estribor. Navega con prudencia, sensatez, y cordura por el centro del espectro político español, trasmitiendo las certezas por las que un pueblo entero clama.

Tendiendo la mano a un gobierno agotado, buscando acuerdos y proponiendo razonabilidad, ante todo, muy a pesar del PSOE 2.0 y sus socios etarras, comunistas y separatistas, que solo pretenden el conflicto, y la imposición de sus agendas ideológicas. Cueste lo que cueste, y caiga quien caiga por el camino del autoritarismo rojo. Nada nuevo bajo el sol.

España es un país sufrido que siempre resurge con gloria de sus crisis. Y volverá a pasar. Así como lo hicieron Aznar y Rajoy, Alberto Núñez Feijóo devolverá al país la dignidad de gran nación histórica, pero sobre todas las cosas, marcará un sendero de madurez que pondrá fin a este lamentable ciclo de infantilismo político por el que ha pasado España.

El legado de los constitucionalistas de 1978 que establecieron un modelo de convivencia ejemplar para el mundo no merece ser ultrajado por un grupo de enamorados del poder que coquetean permanentemente con los estados gamberros de Cuba, Venezuela, e Irán.

España aún está a tiempo de despertar, volver en sí, ponerle punto final a este delirio autoritario, mediocre, separatista, y colectivista, y centrarse en lo que importa: cuidar la Constitución de 1978, defender al Rey, mantener su unidad, equilibrar sus cuentas, olvidar el pasado, dejar de abrir tumbas y heridas, y mirar para adelante.

Es hora de practicar la política para adultos.

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