Victoria Fernández Herrera
Victoria Fernández Herrera
Abogada

El día después

El pasado domingo los uruguayos sufragaron para mantener 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración, mediante la cual se implementaron cambios medulares en diferentes áreas.

Como es conocido ya, se llegó a esta instancia en virtud de la campaña promovida por diversos actores, en particular Pit-Cnt y Frente Amplio. Este último, sin saber hacer el duelo por el resultado electoral, camina sin rumbo y lejos de admitir una derrota, según las declaraciones formuladas, convoca a un “acto masivo” el próximo primero de mayo y mencionan que existe “una perspectiva de combate” en un tono totalmente beligerante.

El Pit-Cnt que durante quince años vivió en simbiosis con el gobierno frenteamplista se encuentra absolutamente desnorteado.

Por momentos confunde el hecho de ser escuchado, con el co gobernar e intenta plantarse como el jugador político de primera línea que fue cuando gobernaba en sociedad con el Frente Amplio.

Pero la realidad de que ahora no es más que otro grupo de presión de los tantos que existen en la sociedad y le golpea duro en su autoestima colectiva y hace que tanto sus principales dirigentes, como los distintos sindicatos, erráticamente reboten entre su afán por intervenir en lo político y su quehacer estrictamente vinculado a las relaciones laborales y demás aspectos relevantes al país.

La polarización en política no es ninguna novedad. Es obvio que el gobierno debía defender su gestión, máxime cuando las encuestas además le dan apoyo popular. Y va de suyo que quien no detenta el poder hará todo lo posible por recuperarlo, tratando de superar el duelo de dicha pérdida.

Esas posturas polarizadas en la práctica requieren matices de formas de comunicar, y sobre todo de adaptación de lo que marca el deber ser de las ideas o ideologías imperantes en cada fuerza política, vinculadas con la coyuntura nacional, la realidad de los hechos, y lo que al país verdaderamente le conviene y necesita.

Las sociedades modernas y verdaderamente democráticas necesitan que los actores sociales, y sindicatos sean catalizadores de las problemáticas laborales, es oportunidad para el pragmatismo bien intencionado y la cooperación.

Y en este devenir del país, el Estado, y la sociedad civil han demostrado virtudes y defectos que conviene destacar, dado que en función de los mismos nos posicionaremos de cara al futuro.

Ahora, con el respaldo obtenido el pasado domingo y estas fortalezas del Estado gestionado por un gobierno diestro y con una sociedad civil diligente nos toca encarar el día después.

Circunstancia que estará determinada básicamente por estrategias en las estructuras productivas, en el comercio y en los servicios generados por la crisis, y la necesaria adaptación del régimen laboral a esta nueva realidad y así abrir la puerta al desarrollo.

Nuestra fuerte institucionalidad es un valor que brilla por si solo en lo regional, la estabilidad democrática, el respeto de la ley, y la transparencia, la acompañan para nuestra alegría.

Es hora de dar vuelta la página, claro está que pensar en clave de lucha ya no es redituable en un mundo que necesita dinamismo y soluciones.

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