Victoria Fernández Herrera
Victoria Fernández Herrera
Abogada

La banca en problemas

Al leer un titular como este, nuestro primer instinto no es el de reconocer en la banca el trascendental valor que esta aporta al comercio y a la sociedad. Este inmerecido estigma, es solo uno de los problemas que enfrenta este negocio.

La movilidad de trabajadores en este ámbito es prácticamente nula, lo que no requiere mucha explicación. Claro está, que se debe a factores que podrían atribuirse a altas y estables remuneraciones, constantes beneficios, además de la presión ejercida por un poder sindical que protege los intereses hasta de quienes incumplen con el contrato de trabajo.

Poca rotación y posibilidades de ascenso a altos cargos, son características del sector, lo que lleva al personal a poseer confianza y sensación de seguridad de la fuente laboral, lo que genera muchas veces comodidad y poco empuje para lograr mejorar la función a desempeñar.

Esa calma característica hace primar empleados con una postura adversa al cambio, una plantilla muchas veces madura también complica efectivizar los avances, puesto que siempre tienden a realizar las mismas tareas y esto lleva a tener un pensamiento poco disruptivo, que impide ver peligrar la continuidad del negocio si no se adapta. A una pasividad que no ambiciona nada más que conservar su puesto, se suma, un peso sindical alto que recomienda, y casi ordena, que los empleados realicen solo su rol, ignorando las necesidades de la empresa.

Esto provoca que se esté muy atado para poder realizar coberturas, apoyos, lo que hace difícil la gestión ya que encarece los gastos de personal, y genera rispideces. Asuntos ideológicos con los que hay que convivir y lidiar.

Sin perjuicio de ello, van surgiendo nuevos talentos que dan movimiento al mercado laboral, determinado por los perfiles de aquellos empleados que cuentan con titulaciones STEM a quienes lo que los motiva es alcanzar objetivos, crear proyectos y obtener aprendizajes con cada desafío. Sería importante conseguir la integración de quienes componen las entidades bancarias y poseen diversas posturas y así poder armonizar las diversas generaciones e idoneidades en beneficio del negocio.

Demoler el preconcepto dominante de que la banca es presencial y clásica es otro gran desafío. Los procesos de reskilling son complicados, porque los empleados no tienen titulación académica, solo conocen tareas administrativas, o porque presentan perfiles adversos al cambio que no logran comprender lo esencial que es el aprendizaje de nuevas habilidades para verdaderamente aportar valor a la organización, y por ende justificar la pertenencia.

El movimiento sindical debería cambiar su visión de que los bancos son capitalismo puro, y despojar de ideología las relaciones laborales en busca de equilibrios más sanos y mayor flexibilidad en las tareas, donde velen por los intereses de sus afiliados, sin condimentos políticos que nada aportan.

La banca necesita focalizar en el trabajo, en la productividad, y no en la política ni en los intereses sindicales. Porque en definitiva, el interés de las empresas y de los trabajadores no debería ser otro que el de ganar más en las mejores condiciones. La poca visión de hacia dónde va el mundo dificultan mucho ese cambio de mentalidad que el sector requiere para aggionarse y ser verdaderamente competitivo.

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