Rodrigo Caballero
Rodrigo Caballero

Por única vez

Las elecciones del BPS se llevaron a cabo sin contratiempos. Todo fluyó con normalidad y en paz.

Y eso que el día anterior fue la final de la Copa Libertadores, donde la cerveza corrió en ríos por las calles de Montevideo e incluso, por una excepción concedida a la Conmebol, se permitió despachar la dorada bebida espirituosa en el interior del Centenario. Como en las viejas épocas. Como si fuéramos un país normal.

Aun así no hubo líos el sábado en el Coloso de Cemento ni el domingo en las elecciones. Nadie se peleó antes ni durante el partido y no hay registro de personas alcoholizadas causando desmanes en los circuitos de votación. Nadie volcó su trago sobre las urnas, ni se supo de un votante que equivocara la lista por presentarse a sufragar obnubilado por los vapores de la ingesta alcohólica de la víspera. De hecho, era muy difícil equivocarse ya que uno no sabía muy bien a quién votar ni por qué.

Lo cierto es que, a pesar de que el Parlamento eliminó la veda alcohólica durante la final de la Libertadores, el domingo transcurrió tranquilo. El uruguayo pudo así demostrar que es capaz de tomar una copa un día y votar al siguiente. Y no defraudó. Con una conducta civilizada, dejó claro que no precisa de un burócrata que le diga lo que debe hacer.

La decisión de habilitar la venta de bebidas alcohólicas el día de la final, víspera de las elecciones del BPS, se tomó el 16 de noviembre y fue unánime. Ningún legislador se opuso. Eso le hará pensar al lector que se trata de 99 personas sensatas, decididas a buscar el bien de la comunidad. Presionadas por las circunstancias, es cierto, pero no por ello habría que quitarles mérito. Sin embargo, con un detalle borraron con el codo lo que votaron con la mano. Y fue la decisión de que la medida rigiera “por única vez”. Por eso, antes que los torcedores cruzaran el Chuy y las latas vacías que rodaban por el Parque Batlle fueran recogidas, todo volvió a ser como siempre.

La lógica y el sentido común fueron aplicados apenas para que los brasileños se divirtieran y cervecearan a gusto; para que la Conmebol no huyera despavorida jurándose no volver a realizar nunca más un evento en este manicomio. Pero no porque creyeran que el uruguayo es capaz de disfrutar una cervecita en su asiento sin emprenderla a los tiros contra el de la tribuna de enfrente.

Lo grave es que ellos, al igual que usted, saben que tomarse esa chelita fresca viendo al cuadro querido, no lleva a que la gente se agarre a patadas en un estadio ni a apuñalar a un tipo que viste la camiseta del tradicional rival. Aun así se empeñan en imponer medidas inútiles que lo único que hacen es aparentar que están atacando la problemática de la violencia en el deporte.

Lo escribió el editor de este mismo diario el domingo pasado, citando al recién fallecido filósofo español Antonio Escohotado: “La humanidad ha convivido con las drogas por siglos sin traumas. Hasta que el Estado decidió meterse”.

Lo que se les solicita desde estas líneas es que si les llega a sobrar algún minuto, sin por ello tener que descuidar esa vital tarea de discutir la realización de un homenaje al maestro Tabárez, consideren la posibilidad de eliminar el “por una única vez”. Evalúen que si esa única vez no pasó nada malo, quizá sea porque los uruguayos no necesitamos prohibiciones absurdas.

Y de una buena vez, saquen de los estadios a quien tienen que sacar. Que como quedó demostrado, no es la cerveza.

Reportar error
Enviado
Error
Reportar error
Temas relacionados