Rodrigo Caballero
Rodrigo Caballero

La Suiza de América

Ah, qué lindo cuando éramos la Suiza de América! Qué tiempos aquellos, señora. Qué épocas del paisito.

Ojo que ahora no andamos tan mal tampoco. Fíjese cómo contamos dinero adelante de los pobres turistas argentinos y brasileños que veranean en Punta del Este. Cómo les pasamos la camiseta por la cara sin disimulo. De qué manera, sin el mínimo atisbo de recato, vamos y les tocamos el orgullo.

Porque muchos se quejaron de la movilización que los funcionarios de AEBU llevaron a cabo en el balneario esteño, la llamada “Marcha de la Resistencia”, argumentando que una protesta de ese tipo daba una mala imagen del país. Que se exponía una cara negativa ante los visitantes que vienen a Uruguay a pasarla bien y lo último que esperan es complicarse las vacaciones con embotellamientos, ruidos de proclamas amplificadas por megáfonos y demás.

¿Pero sabe algo? Se equivocaron al enojarse. Porque la imagen que dimos no es mala. Al contrario. ¡Es excelente! Es la viva imagen de la Suiza de América, del Estado de Bienestar en su máxima expresión.

En los países de donde proviene la mayoría de los turistas que presenciaron la medida sindical, y en casi todos los países del mundo, la gente reclama por fuentes de trabajo, por salarios que les permitan llegar a fin de mes, por condiciones laborales dignas. En Uruguay, señores, los reclamos son realizados por trabajadores privilegiados que ganan quince o dieciséis salarios por año. Y que no les resultan suficientes. Son funcionarios del Estado que durante toda la pandemia -mientras el laburante común y silvestre perdía el trabajo o pasaba meses en el seguro de paro- ellos cumplían sus seis horitas, mansos, almorzaban algún plato de autor con los generosos viáticos que reciben por concepto de alimentación, y se tomaban un cafecito digestivo sabiendo que su sueldo y sus beneficios estaban asegurados.

El orden mundial era el que estaba bajo amenaza. Ellos no. Ni el covid ni un gobierno herrerista, clasista, neoliberal y despiadado, podrá venir a alterar la calma que proporciona un empleo de esas características. Aún así, amenazaron con parar el sistema financiero por diez días, en plena temporada turística, donde quienes viven de este rubro fueron quienes más sufrieron los golpes de la pandemia y quienes más precisaban una buena cosecha.

Por eso los argentinos, en sus autos de alta gama, morían de envidia al escuchar las proclamas que por la calle Gorlero transportaba la brisa marina, mezcladas con el aroma a mejillones a la provenzal y a miniaturas de brótola fresca perfumadas con eneldo que dejaban escapar las cocinas de los restorancitos del puerto. También los brasileños, desde la cubierta de sus yates, trinaban de rabia al ver el país que nosotros tenemos y ellos no. Una especie de Suecia, de Noruega, pero con un sol de verano. Un pequeño país modelo que bien podría ser el que soñó Talvi antes de abandonar la política.

Los turistas se rascaban la cabeza y pensaban en los millones de personas que quedaron sin trabajo en sus países y se sentían como si en un partido por Copa América, la Celeste les hubiera clavado cinco.

Por eso le digo: no todo es lo que parece. La marcha de AEBU no entregó una mala imagen del país a los turistas. La mala imagen fue la que AEBU expuso ante el resto de los trabajadores uruguayos. Pero frente a los extranjeros, nos dejó como la verdadera Suiza de América.

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