Rodrigo Caballero
Rodrigo Caballero

Ellos son las mejores

En el gimnasio que dirijo, llegó una persona a inscribirse para competir en las veladas de boxeo que organizamos. Se presentó como Katherine y dijo ser una chica trans.

Cuando se le entregó el formulario que debía completar, ni bien leyó en el encabezado “Categoría Masculina”, puso el grito en el cielo. Indignado, nos acusó de homofóbicos y amenazó con denunciarnos por discriminación. Aseguraba que era una mujer y que por ese motivo lo justo era que peleara contra otra mujer y no contra un hombre. Como bien sabrá usted, un negocio como el mío depende del público. Y para atraerlo es necesario cultivar una buena imagen. No podemos exponernos bajo ningún concepto a que los allegados a esta persona vengan al local y armen un escándalo. Fíjese que donde hay escándalo hay cámaras de televisión. Y atrás llegan los grupos de presión, y nunca falta alguien que tira la primera piedra para que una aglomeración termine en un lío. Y si hay algo que no queremos acá son líos. Así que no discutimos más. Aceptamos los reclamos y el sábado siguiente la Katherine subió al ring. Su debut fue contra Florencia Sánchez, la favorita del público, invicta en 8 peleas ganadas por la vía del KO. ¿Y qué pasó? Lo obvio. La pobre recibió la paliza de su vida y acabó en el hospital, con conmoción cerebral y tres piezas dentales menos.

Al principio nos asustamos, pensando en el problema que iríamos a tener con los grupos feministas. De un momento a otro llegarían a pedir nuestra cabeza por exponer a Florencia a semejante abuso. Pero nunca vino nadie. Según nos enteramos más tarde, nos consideran un gimnasio inclusivo y están de nuestro lado. La cuestión es que ya pasaron ocho meses de esta primera pelea y Katherine mantiene el invicto. No hubo una sola rival capaz de aguantarle en pie un único round de dos minutos. Y no sabemos qué hacer. Si seguimos dejando que Katherine pelee, nos revienta a las chicas. Si lo echamos, nos denuncia y se nos termina el negocio…”

La historia que se acaba de narrar no es real, pero bien podría serlo. Tan real como el logro alcanzado por la neozelandeza Laurel Hubbard, bautizado Gavin, primera mujer transexual que gana un torneo internacional de halterofilia en la categoría femenina. Verídico como el pesto que hace poco propinó la nadadora estadounidense Lia Thomas, antes Wilson Thomas, a sus rivales mujeres en un torneo universitario de élite. Igual de real que la fractura del hueso orbital que la luchadora transgénero de MMA, Fallon Fox, nacida hombre, le infligió a Tamikka Brents, nacida mujer, para noquearla en apenas 2 minutos de combate.

Es que la realidad supera la ficción. Y en esa frontera, donde lo bizarro se funde con lo cotidiano, se presentó Angela Ponce, antes Angel Mario, al concurso de Miss España 2018. Con un brushing progresivo impecable y un sensual vestido de fiesta, fue elegida la mujer más hermosa de la Madre Patria. Además, la Subsecretaria de Salud de los Estados Unidos, Rachel Levine, que supo ser Richard, fue nominada como una de las mujeres del año según el diario USA Today. Y el ex héroe de guerra Allan McLaughlin, hoy Alana, es la revelación de las artes marciales mixtas femeninas.

Con todo esto, ¿el bienpensantismo pretenderá que aceptemos que las mejores mujeres son, en realidad, hombres?

La grey políticamente correcta se está mordiendo su propia cola. Y marcha sin remedio hacia un callejón sin salida donde los espera, para reírseles en la cara, la más pura injusticia.

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