Rodrigo Caballero
Rodrigo Caballero

Haraganes

Allá por el 2014...

En una de sus célebres frases que para algunos representaban un pasito más hacia el Premio Nobel de la Paz (¿?), mientras que para otros, como el Dr. Tabaré Vázquez, eran “simplemente estupideces”, el ex presidente tupamaro José Mujica sostuvo que el uruguayo es un pueblo haragán.

“No somos muy trabajadores, somos más o menos, no nos matamos mucho”, dijo el popular mandatario en los Estados Unidos, ante una audiencia de hombres y mujeres de negocios que habían sido convocados por la Cámara de Comercio de aquel país.

Muchos que se sintieron aludidos, saltaron como propulsados por un resorte y, ofendidísimos, salieron a negar la afirmación del popular “Pepe”.

Sin embargo, no parece ser tan descabellada. Lo prueba la firme postura de la militancia frenteamplista en contra de la reforma jubilatoria. Si bien en el momento en que fue proferida, reportaba un mayor rédito político ponerse el traje del ofendido y refutarla con elaborados argumentos, ahora, con la reforma jubilatoria sobre el tapete, la cosa cambió.

La arenga: “vamos a tener que trabajar más y nos van a pagar menos”, solo la puede esgrimir quien entiende que el público al cual va dirigida coincide con el que describió Mujica. Que hay campo fértil para sembrar esa semilla. De lo contrario, no haría ningún efecto.

Por otro lado, con el solo fin de oponerse al gobierno, la consigna pisotea otro concepto con el cual los nacidos en este suelo acostumbran sacarse cartel: la solidaridad.

¿El uruguayo es solidario? Sí, claro. Muy solidario. De la boca para afuera. No se le vaya a ocurrir pedirle que labure un par de años más por el bien de todos, porque te pone el grito en el cielo.

Los orientales se dicen solidarios pero no parecen estar muy dispuestos a esforzarse en pos del bien común. Ni aunque ese bien común sea el de sus hijos, nietos y todos los que vengan atrás.

En una cruzada que busca solucionar un problema que nos involucra a todos, la oposición, dando por válida la sentencia del Pepe, apela a las características de la ciudadanía que antes negó, para arrimar agua a su molino.

Algo similar está ocurriendo con la reforma de la educación. Muchos profes de este país tan solidario, no están ni ahí con poner nada de su parte para el bien común. Así los vimos en las redes, reclamando por tener que asistir a una capacitación sin que se le paguen las horas que ésta le insuma. Quizá lo hagan por lo que dijo el Pepe, de que a los uruguayos no nos gusta laburar, o quizá sea por oponerse a una reforma con la cual no están de acuerdo.

O también puede ser una nueva manera de poner el palo en la rueda a un gobierno con el cual no comulgan. Sea lo que sea, no están cooperando para que el país tome un nuevo rumbo en materia de educación. Un cambio que nos saque de esta mala situación en la que los números gritan que, así como estamos, nos espera un futuro tétrico.

Y ojo, que nadie les está pidiendo, como a los ucranianos, que empuñen un fusil y salgan a las calles a matar o morir por la Patria. Se trata de un poco de solidaridad para con los que vienen atrás, que dicho sea de paso, no vinieron solos. Los trajimos nosotros y, por ese simple motivo, les debemos, al menos, el esfuerzo y el compromiso de darles un país mejor.

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