Rodrigo Caballero
Rodrigo Caballero

El Carnaval da para todo

No comparto la crítica que desde la tribuna de la coalición republicana se viene realizando sistemáticamente a las murgas. Que no son ecuánimes, que cantan para favorecer al Frente Amplio, y que solo dirigen sus palos a los representantes de los partidos tradicionales y Cabildo Abierto.

Pero dígame usted, ¿qué otra cosa irían a hacer estos artistas populares tan comprometidos con las causas justas? ¿Un cuplé dedicado a los negocios de la familia Vázquez con Venezuela? ¿Una representación de la mesa de Lindolfo donde la barra pepista transa con el Caballero de la Derecha? ¿Alguien cree que un cupletero de moda, como el Rusito González, con su diarrea verbal, va a imitar a Yamandú Orsi y, tras la expectativa que genera el pase de un redoblante, exclamar, para delirio del público presente: Alberto Fernández es un clase A de la política? ¿En serio lo cree? ¿Piensa que el hijo del popular Bananita podría llegar a decir “no la leí”, humedecerse la punta de los dedos con la lengua y hacer de cuenta que pasa las páginas de la LUC, mientras enumera: ésta sí, ésta no, parodiando el recordado papelón televisivo que protagonizó el Intendente de Canelones en un programa de Canal 12? ¿Espera el buen lector que los muchachos de Cayó la Cabra vayan a tratar de antidemocráticos a los legisladores frenteamplistas que firmaron la carta contra Ignacio Alvarez con una tinta negra que dejó una mancha y del mismo color en sus reputaciones?

¿O quizá quiera creer que se van a burlar de los pedidos de cuarentena obligatoria que esgrimían los Olesker y los Vázquez de la pandemia? Vamos, amigo lector. Es como que piense que Emilia Díaz pueda llegar a subir al escenario caracterizada como la hija de Danilo Astori, rogando, con ese histrionismo que la caracteriza a la revelación humorística del Carnaval 2022: ¡adoptanos Alberto! O que la otra gran figura femenina, Jimena Márquez, cante una de Viglietti mientras el resto de la murga trata el tema Varones del Carnaval. Tampoco piense que Jimena va a aparecer sobre las tablas del Velódromo disfrazada de Michelle Suárez, ironizando sobre las peripecias de la diputada trans con la Justicia. No, señor. No hay que ser tan ingenuos.

La murga canta para la izquierda. Le hace los mandados al Frente Amplio con una chismosa donde le cabe todo. Sus personajes se embanderan en contra del gobierno actual y hacen pública su militancia, pues nada de malo tiene. Lo que está mal, sí, es esperar de ellos lo que uno quiere que ellos den. La murga de hoy está para arrimar agua al molino frentista. Esa es su función y su razón de ser.

Ahora, lo que no estoy dispuesto a aceptar es que me digan que no son graciosos. Es cierto que el humor es subjetivo y que no todos reímos con los mismos chistes. Pero créame que este año los murguistas me han hecho reír a carcajadas. Ver en Agarrate Catalina al nuevo Rafa Cotelo, cuya silueta, sonrisa de dientes Kolynos y demás retoques faciales, revela un esfuerzo encomiable, no solo económico sino también espiritual y físico, por parecerse a todo lo que critica, resulta no menos que desopilante. Tanto o más que escuchar a unas mujeres referentes del feminismo, burlarse de la primera mujer que llegó a encabezar el Ministerio de Economía en nuestro país y que además fue premiada como “Ministra de Finanzas del Año en las Américas”.

Es que el Carnaval da para todo. Menos para indignarse u ofenderse.

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