Leonardo Guzmán
Leonardo Guzmán

Fechas patrias

La conmemoración del bicentésimo undécimo aniversario de la Batalla de Las Piedras fue usada por el señor Yamandú Orsi para pronunciar, desde su púlpito de Intendente de Canelones, un discurso con marcado sesgo partidario y electoral.

Se deformó así el sentido profundo del homenaje al combate que libraron cuerpo a cuerpo y a cara descubierta los patriotas de la independencia incipiente y las fuerzas realistas que iban a atrincherarse en Montevideo.

Fue un episodio que no debe pasar inadvertido, ya que penosamente confirma la línea que se trazó el Frente Amplio en todos los cargos donde la ciudadanía lo ha entronizado: esforzarse por entreverar la historia y el poder de la República -que son y deben ser de todos- con la miscelánea y la imagen junta-votos del lema gobernante.

Desviaciones de esa laya se ganarían el abucheo general si conserváramos enhiesto el sentimiento institucional de lo que pertenece a la ciudadanía por encima de partidos y preserváramos la conciencia nítida de los grandes fastos de nuestra historia.

Pero ese sentimiento y esa conciencia se nos han desleído y hasta eclipsado.

A ello bastante contribuyó el debilitamiento de materias culturales como historia, filosofía y música en los programas liceales.

Y por desgracia, la ley 16.805 ayudó sobremanera a instalar indiferencia y olvido, al consagrar el actual desplazamiento de múltiples feriados rememorativos, colocándolos en el lunes más próximo.

Con su vigencia, el homenaje a los fastos patrios se transformó en mero pretexto para sumar un día de holganza, desactivando toda evocación y haciendo abortar el natural estremecimiento patriótico.

Si en todo momento ese resultado habría sido indeseable, más debe serlo hoy, cuando estamos viviendo una patética crisis de sentimientos normativos. cuando nos eclosiona una cruza de desorientación con relativismo y cuando da grima comprobar en la radio y la televisión hasta qué punto se ignora la razón de ser de los asuetos patrios.

A la salida de la conmemoración del año pasado en Las Piedras, el Presidente Lacalle Pou anunció el propósito de promover la restitución de cada feriado a la precisa fecha patria que lo provoca. Fue una excelente iniciativa.

Es altamente deseable que esa noble intención se concrete: estamos necesitando una inyección de idealismo patriótico que nos lleve más allá del fútbol y nos eleve por encima de la solidaridad ante el covid. Nos hace falta fortalecer nuestra unión, en torno a un querer colectivo que respete las raíces y los símbolos nacionales.

Tras la experiencia de un cuarto de siglo y con todas las cuentas hechas, es evidente que perdemos mucho más por el debilitamiento de los sentimientos patrióticos y normativos que lo que puede ganarse en turismo, deformando la grilla de los feriados propios por remedar costumbres importadas de otros teatros.

Es cuestión, entonces, de afirmar la continuidad de los valores fundacionales que nos irguieron como República frente a los disloques del pasado.

Tales valores son los únicos que podrán salvarnos en los huracanes presentes.

Solo hemos de cultivarlos si nos demostramos a nosotros mismos que hay esencias que permanecen, que no todo es negociable y no todo puede someterse a utilitarismos sin fibra y sin mensaje.

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