Ignacio Munyo
Ignacio Munyo

La persona como eje

El futuro del trabajo como eje de la agenda de reformas” fue el título de la conferencia que tuve el honor de ofrecerle a la Comisión de Futuros del Parlamento.

Esta comisión es presidida por el diputado Rodrigo Goñi, suma entre sus miembros a legisladores de todos los partidos y cuenta con apoyo de la vicepresidenta de la República Beatriz Argimón.

La inspiración del discurso fue el convencimiento de que la forma en que Uruguay encare los desafíos del “futuro del trabajo” va a afectar a muchas generaciones, y que recae sobre la nuestra la responsabilidad de tomar buenas decisiones. Aunque muchos lo vean como algo lejano, el fenómeno de la automatización de tareas está presente en todos los sectores productivos, con mayor o menor intensidad dependiendo de la necesidad que tengan de competir. La automatización mejora la productividad , pero viene acompañada de profundos cambios para muchas personas.

Los nuevos empleos son cada vez más complejos, con exigencias crecientes de preparación, competencias y habilidades. Más allá de la coyuntura, más allá de las mejoras en los indicadores de desempleo que publica el INE, se deben mirar las perspectivas de desarrollo del mercado laboral. Previo a la pandemia, los datos indicaban que las 210 mil personas que no eran estadísticamente definidas como pobres pero que vivían en situación económica y social similar a las 310 mil definidas como pobres, se encontraban todos en las mismas condiciones de vulnerabilidad de desarrollo laboral. Esa realidad no cambia de un día para el otro.

La mejora de la competitividad con puestos de trabajo complementarios a la automatización es la base para articular una agenda de reformas centrada en las personas, que es viable y tiene amplios consensos en el país.

Sin tener que esperar los tiempos de otros países para firmar acuerdos de libre comercio, se puede mejorar la inserción internacional del país para mejorar la competitividad. Se pueden aprovechar mejor los recursos humanos de Cancillería y Uruguay XXI para colocar producción en el exterior y a atraer inversión.

Más allá de los vaivenes de precios internacionales, se puede reducir el costo de la energía para producir, de la mano de una mejora de eficiencia de gestión de empresas públicas con participación en el mercado de capitales.

Se puede modernizar la normativa sobre jornada de trabajo, las categorías laborales que encorsetan los convenios laborales y la negociación colectiva por sectores formados por empresas que no tienen nada que ver entre sí.

Con los recursos humanos y la infraestructura existente, se puede mejorar el sistema educativo que hace décadas presenta resultados muy negativos. Se puede cumplir con el programa comprometido por el gobierno y realizar los cambios para adaptar el sistema a las necesidades actuales.

Con los recursos disponibles, se puede reestructurar la red de protección social y los programas de transferencias vigentes para mejorar el apoyo a las personas que se tienen que reinsertar en el trabajo, que cada vez serán más.

El filósofo italiano Alessandro Baricco dice que “mientras que la automatización nos llevará aún más lejos de nosotros, no habrá bien más valioso que todo lo que haga sentirse seres humanos a las personas”. Ahí está la clave del éxito para la agenda de reformas a impulsar.

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