Ignacio Munyo
Ignacio Munyo

América Latina

América Latina vive momentos críticos: basta con ver la tapa de esta semana de The Economist para confirmarlo. En lo que va del año tuve la oportunidad de participar de varios foros globales en los que se discutió la situación actual y las perspectivas de la región.

Largas horas de reflexiones, charlas y discusiones que voy a intentar resumir en estas líneas.

En marzo en Dubai, participamos del Global Business Forum, en donde el foco estuvo puesto en aumentar las relaciones comerciales entre el mundo árabe y América Latina, que tienen un enorme potencial para crecer, especialmente en alimentos de alta calidad. En abril en DC, organizamos una mesa de reflexión sobre los desafíos de la democracia en el continente junto con el Inter-American Dialogue, el National Endowment for Democracy y el Cato Institute. Una gran preocupación por el deterioro de las instituciones estuvo omnipresente.

En mayo en Paris, participamos del Emerging Markets Forum, en donde líderes globales de opinión enfatizaron que no se puede ser agnóstico ante la desigualdad en América Latina y que la ausencia de compensación tiene consecuencias. Se necesitan narrativas creíbles para contener la desilusión y el sistema político lo tiene que hacer bien para dar esperanza, involucrando a la gente. El proceso de reforma constitucional de Chile fue mencionado como ejemplo de lo complejo del asunto.

En mayo en Madrid, en el evento que organizamos en Casa de América, Felipe González y Enrique Iglesias compartieron la preocupación por la situación de América Latina en la relación entre Estados Unidos y China, por su falta de interlocución a nivel global y por la calidad de sus instituciones democráticas. También estuvo sobre la mesa la oportunidad de afianzar la relación con Europa, afectada por la inseguridad alimenticia y energética -que trascenderá por décadas a la guerra en Ucrania.

En junio en Ciudad de México, participamos en el Liberty Forum de Atlas en el que Francis Fukuyama planteó que América Latina es una región de heterogeneidades que necesita mejorar sus instituciones. Enfatizó que “hay que evitar el sobreoptimismo en el mercado para solucionarle los problemas a la gente, lo que no implica tener un estado grande sino uno efectivo que cumpla son sus roles. El estado se tiene que hacer cargo de las desigualdades. La única solución para América Latina es: Instituciones, Instituciones, Instituciones”. También mostró gran preocupación por los ataques de Putin a las democracias liberales, expresado en la invasión a Ucrania ahora, pero que viene de larga data; y más aun por el modelo de China, porque es más sofisticado desde el punto de vista económico y avanza con la tecnología para el control de los individuos. Ante la pregunta de qué hacer con las relaciones comerciales de América Latina con China su respuesta fue contundente: “hay que demandar total transparencia en todos los contratos y acuerdos”.

En estos meses, América Latina vive un intenso calendario electoral con resultados que marcan cambios profundos con respecto a los gobiernos anteriores. Sin embargo, todos los gobernantes para tener éxito deberán atender con eficacia las complejas demandas internas que no desaparecen con las elecciones y, al mismo tiempo, aprovechar las buenas oportunidades que ofrece el contexto global. En esa doble agenda se juega el futuro de la región.

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