Hernán Sorhuet Gelós
Hernán Sorhuet Gelós

Sostenibilidad e innovación

Aunque ya han pasado dos decenios del siglo XXI es evidente que estamos recorriendo los caminos más desafiantes de la historia, porque los está señalizando la vertiginosa innovación científico-tecnológica de nuestro tiempo.

Dos pilares sostienen el progreso. El imparable y sorprendente conocimiento informático; y la búsqueda cada vez más certera de la sostenibilidad del planeta, echando mano a todo el conocimiento y la creatividad disponible del intelecto humano.

Lo que hasta hace un tiempo se visualizaban como objetivos de numerosos grupos organizados que esperaban su turno en la escala de la rentabilidad, para llegar a formar parte de los proyectos de desarrollo de los países, ahora son parte esencial de los mismos, porque el cambio climático impuso su feroz lógica.

Casi sin darnos cuenta, el viejo concepto del desarrollo sostenible alcanzó la mayoría de edad, seguramente porque nació del sentido común. Era cuestión de tiempo. No puede haber crecimiento económico que se mantenga en el tiempo, produciendo sus efectos sobre el bienestar de la sociedad, si no está anclado en el cuidado de los ciclos naturales, de los ecosistemas y de la dinámica de los recursos naturales.

El mundo empresarial se empodera en la nueva realidad porque sabe que allí están las oportunidades. Y el que no lo haga difícilmente sobrevivirá.

Nuestro país está en una buena posición para “subirse al tren”. Y si lo logra podría constituir un salto cualitativo en su desarrollo social y económico.

Tiene en marcha algunas políticas en esa sintonía, como por ejemplo la modernización de su matriz energética claramente direccionada hacia las fuentes renovables. Todo lo que se logre en esa dirección seguramente se transformarán en beneficios de alto impacto para el país.

Por eso seguirá siendo un muy atractivo desafío todo lo que podamos hacer para atraer más inversiones a ese rubro que, al mismo tiempo, nos ayudará a cumplir con las metas y compromisos internacionales asumidos desde el Acuerdo de París hasta el presente.

Lo más interesante de las oportunidades que se nos presentan es que la innovación sostenible se extiende a todos los rubros de la actividad nacional, y otras por venir. En ellos la clave está en la generación del conocimiento aplicado a las necesidades locales (programa de avanzada, inteligencia artificial, etc.) -donde nos destacamos-, en consonancia con la demanda de bienes y servicios cada vez más exigentes.

Desde luego debemos mencionar la producción agropecuaria de elevada calidad ambiental, verdadero motor de crecimiento por la enorme demanda impuesta por los mercados internacionales. También la generación de hidrógeno verde para la cual nuestro país posee algunas ventajas comparativas muy interesantes que ya se están estudiando.

La buena noticia es que si somos inteligentes y hábiles ejecutores podremos aprovechar parte del abanico de oportunidades presentes, para transformar nuestras estrategias tradicionales de desarrollo en innovadoras -como lo está demandando el mercado- e incorporar algunas otras novedosas para el medio. La palabra clave es el conocimiento, y el motor: el coraje.

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