Hernán Sorhuet Gelós
Hernán Sorhuet Gelós

Prepararnos lo mejor posible

Inumet advirtió que esta semana es particularmente peligrosa para los incendios forestales, debido a las extremas condiciones de calor y baja humedad en todo el territorio nacional. Luego vendrá un descenso de las temperaturas y algunas lluvias.

La ocurrencia de los incendios más grandes de la historia del país en Paysandú y Río Negro dejó varias enseñanzas. La más importante es que no estamos bien preparados para afrontar con éxito brotes ígneos que se extiendan en plantaciones forestales de gran porte. Quedó claro que las medidas vigentes para prevenir y combatir incendios no se están cumpliendo cabalmente, así como que hay que rever esos aspectos de la normativa forestal para ajustarlo a la realidad. Las 37 mil hectáreas quemadas obligan a la sociedad uruguaya a analizar el problema con mucha objetividad dejando de lado, todo lo que sea posible, los intereses sectoriales o personales.

Lo primero que hay que decir es que el informe técnico de la Dirección Nacional de Bomberos arroja un resultado alarmante: detectaron que seis de los focos responsables de estos siniestros fueron intencionales, lo cual amerita el despliegue de una estrategia interinstitucional coordinada de inteligencia y contralor, que permita ubicar a los responsables, así como evite nuevos ataques.

Otro aspecto significativo es que lo ocurrido provocó un quiebre en la confianza entre los sectores productivos involucrados (forestal, ganadero y apicultor), y además ocasionó una pérdida de prestigio de las empresas forestales ante la opinión pública. También quedó en evidencia la fragilidad de respuesta ante los incendios forestales de proporciones que puedan ocurrir en cualquier punto del territorio.

Aunque cueste creer, los daños y pérdidas pudieron ser mucho mayores. Los siniestros ocurrieron en las zonas forestales que están en mejores condiciones de infraestructura para enfrentarlos (rutas y caminos en mejores condiciones, proximidad de asistencia para combatirlos, etc.) A pesar de la gigantesca extensión de los incendios no hubo que lamentar vidas humanas, ni se quemaron viviendas, tampoco murió ganado y las pérdidas de colmenas fueron bastante menores a lo que se temió al principio.

La forestación en grandes extensiones tiene una productividad que va más allá de los árboles cosechados. Son miles de hectáreas de campo produciendo madera, pero al mismo tiempo alimentan a otro tanto de cabezas de ganado, aprovechando las pasturas de las zonas de cortafuegos y los brotes bajos de los árboles, así como el beneficio tan rentable de la sombra de los árboles durante los meses estivales. Sin duda hay una ganancia mutua entre los forestales y ganaderos.

Quedó demostrado la urgencia de tomar medidas para proteger a los centros poblados que estén rodeados y demasiado próximos a bosques cultivados. Es un tema que no admite dilación alguna.

El gobierno anunció otras medidas. Habrá modificaciones y ajustes en el marco legal de la Ley Forestal, para tratar de eliminar las debilidades que quedaron expuestas en el litoral, con énfasis en protocolos actualizados, que incluirán el correcto mantenimiento anti incendios de los campos forestados (fiscalización), y el fortalecimiento de las capacidades de combatirlos con éxito.

Debemos prepararnos lo mejor posible.

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