Hernán Sorhuet Gelós
Hernán Sorhuet Gelós

Monumento natural

Entre los patrimonios nacionales que ostentan los países, uno de los más valiosos es el biológico.

Como sabemos, los ecosistemas son la base y sustento de la vida en un territorio, lo que incluye de lleno a la sociedad y sus posibilidades de desarrollo, progreso y evolución. Deseamos detenernos en la especie más singular que habita nuestros campos, a pesar de que se encuentra en peligro de extinción.

El venado de campo es el único integrante de la fauna autóctona que por su importancia hace 37 años fuera declarado “Monumento Natural del Uruguay”. La razón principal fue, y es, que atraviesa una situación poblacional crítica, la que amerita ser revertida con urgencia.

Esta hermosa especie poblaba por millones todo el territorio nacional. Hoy sobreviven solo un cientos de ejemplares ubicados en apenas tres departamentos, con una de esas poblaciones exclusivamente en cautiverio: en la Estación de Cría de Fauna Autóctona Cerro Pan de Azúcar, programa pionero llevado a cabo con mucho éxito por el fundador de la estación y extraordinario conservacionista, Tabaré González Sierra.

Las causas principales de este fatídico descenso poblacional se centran en las enfermedades introducidas por el ganado, en la acción de la caza furtiva que se ejecutó durante décadas creyendo erróneamente que competía por las pasturas -y también por deporte-, y por el ataque de jaurías de perros.

Afortunadamente en el Instituto de Investigaciones Biológicas “Clemente Estable” funciona el Departamento de Biodiversidad y Genética, dirigido por la Dra. Susana González -referente nacional en la especie-, desde donde se monitorea, estudia y planifica la conservación del venado.

Su población actual en Pan de Azúcar es de 138 ejemplares. Pero debido a su endogamia (sin renovación de “sangre”) es un grupo genéticamente “estancado” que presenta algunos problemas de nacimientos con algunas malformaciones y muertes prematuras.

Ante ello se está llevando a cabo un inédito programa en el país de renovación sanguínea, no por la vía de captura de ejemplares salvajes para incorporar a los rebaños de la estación, sino para la obtención de semen in situ que permita inseminar ejemplares en Pan de Azúcar.

Mediante la rápida y breve captura “a campo” con dardos tranquilizantes de cinco machos seleccionados, se generó un banco espermático, y se inseminó a nueve hembras de la estación. En la primavera se verá el grado de éxito de la operación.

El venado de campo es una especie delicada que experimenta un elevadísimo estrés al intentar su captura, llegando incluso a la muerte. Por esa razón requiere de personal idóneo y estrategias muy profesionales, como las empleadas en esta ocasión. Por fortuna ningún ejemplar sufrió daño alguno durante el procedimiento, ni tuvieron secuelas posteriores.

Como suele suceder en nuestro país, estas iniciativas aunque son de interés nacional -o deberían serlo-, cuentan con presupuestos escasísimos que obligan a aguzar el ingenio, a aplazar acciones impostergables, lo que sin dudas conspira con la consecución del interés mayor.

El Ministerio de Ambiente y los gobiernos departamentales están llamados a jugar un papel más protagónico.

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