Hernán Sorhuet Gelós
Hernán Sorhuet Gelós

Lo impone la realidad

Resulta curiosa la manera en que se suele interpretar la misma información, según los distintos puntos de vista e intereses que se manejen.

Un buen ejemplo es el cambio climático. Se trata de un fenómeno natural que desde hace varias décadas, viene siendo estudiado por el mundo científico. Sus resultados y conclusiones son tomados en cuenta por todos los países del planeta.

Como se sabe, hace unos años se conformó el prestigioso Comité Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), integrado por los mejores científicos del mundo; sin que estemos exagerando un ápice.

Con mucha regularidad ha producido informes de altísimo valor técnico, basados estrictamente en los trabajos científicos producidos por los más reputados expertos del orbe. Este comité tiene la virtud de ser honorario, de no responder “a jefes”, y de estudiar y procesar toda la información producida a lo largo y ancho del planeta, o sea, el IPCC no realiza sus propios trabajos de investigación.

Desde un principio el Comité advirtió que el calentamiento global era un fenómeno incentivado por las actividades antrópicas, de crecimiento sostenido; sin interrumpirse año tras año.

Desde luego, como es de esperar, surgieron los infaltables detractores, invocando a cierto científico “iluminado” de alguna universidad del primer mundo, que cuestionaba algunas de las conclusiones del IPCC.

De lo que se trata es de aprovechar el conocimiento científico de más alto nivel que existe, para proyectar las mejores condiciones de vida y desarrollo de la humanidad.

Sabemos que el comportamiento climático no es un fenómeno simple ni predecible en el corto plazo.

Aunque la atmósfera se sigue calentando a causa del incremento de los gases de efecto invernadero emitidos especialmente por las actividades humanas, ello no significa que no ocurran episodios extraordinarios de heladas y fríos intensos en ciertas áreas de los continentes. Una cosa no contradice la otra.

Lo que importa es el balance final y a ello apunta la lucidez del IPCC.

Tomar el asunto a la ligera, o restarle importancia tratando de ganar tiempo para continuar con prácticas nocivas -como el uso masivo de combustibles fósiles-, está señalado como un grave error que se puede pagar muy caro. Porque aumentar la concentración de gases de invernadero en la atmósfera es una situación que no se puede corregir rápidamente, sino que por la naturaleza de sus efectos, estos se mantendrán activos durante mucho tiempo, aun lográndose una significativa reducción de las emisiones.

Esto no significa que sea una pérdida de tiempo realizar el esfuerzo de mitigación pedido con desesperación por el IPCC a los estados del mundo. Por el contrario, sus proyecciones a mediano y largo plazo prevén cual será la evolución del problema si se logran ciertas metas. No debemos empeorar la situación actual.

No hay que perder más tiempo discutiendo si las advertencias son apocalípticas o realistas, sino reconocerle el valor al conocimiento científico más avanzado y actual en consecuencia, con mucha responsabilidad, decidiendo la gradualidad y el nivel de compromiso que las circunstancias permitan.

Reportar error
Enviado
Error
Reportar error
Temas relacionados