Hernán Sorhuet Gelós
Hernán Sorhuet Gelós

Conocimientos e información

Estamos aprendiendo a los golpes de que nuestro mejor futuro depende de lograr una correcta gestión ambiental, con la más amplia participación posible de la comunidad. Nos referimos al uso justo, equitativo, inteligente y sustentable de los recursos naturales y de los ecosistemas en su conjunto.

Y cuando decimos “inteligente” nos referimos a echar mano y usar sin restricciones los amplísimos conocimientos que nos ofrece la ciencia, la tecnología y los saberes locales (producto de la adaptación de las personas al medio natural en el que viven).

El problema inicial a resolver es que las visiones de los tomadores de decisiones -políticos, empresarios, académicos y organizaciones sociales- casi nunca han estado en la misma sintonía. En el mejor de los casos esas concordancias han sido parciales o transitorias.

Estamos convencidos de que las mejores herramientas disponibles para emparejar esas diferencias son la educación y la comunicación.

En el terreno educativo la labor es lenta pero constante, es feraz pero de largo aliento y, de hecho no alcanza al grueso de la población, pues hace tiempo está fuera del sistema educativo.

Pero la comunicación sí es una herramienta transformadora plena, porque tiene la capacidad casi instantánea de difundir conocimientos, compartir análisis y opiniones, dar explicaciones comprensibles y útiles acerca de los vaivenes ambientales que moldean nuestras vidas.

Se extiende casi sin limitaciones hacia todos los estratos sociales. Es capaz de reunir de manera sintética información útil, dar algunos buenos consejos surgidos de las experiencias más exitosas disponibles, hacernos conocer los antecedentes históricos del asunto -para comprender el cómo surgió, el porqué, el quiénes, etc.-, y orientarnos acerca de las mejores opciones que tenemos para elegir.

Y todo eso ocurre en tiempo real por los más variados canales de comunicación existentes en la actualidad.

Desde luego, la oferta es variopinta, tanto en seriedad de las fuentes informativas utilizadas, como en el respeto y buen manejo de valores y principios éticos. Allí despliega su principal papel el valor intangible de la libertad de elección y de pensamiento, que todos los integrantes de una sociedad deberían tener asegurado.

Está claro que cuánta más libertad y educación tengan las personas, mayor será la valoración del concepto de ciudadanía y más robusto funcionará el sistema democrático.

En este marco conceptual, el periodismo libre probablemente sea la mejor vacuna contra el virus patógeno del autoritarismo, de los abusos y atropellos, de la corrupción, porque su influencia se derrama a lo largo y ancho de los ámbitos sociales, políticos, económicos, culturales, ecológicos y éticos, a través de la información y la opinión.

Vivimos una democratización de la información como nunca antes habíamos visto. Y aunque tiene sus peligros (falsas noticias) sus beneficios son mucho mayores, porque ha logrado extender su alcance hasta ámbitos impensables en el pasado y con el vértigo de la luz.

En tan desafiante contexto la valoración de la gestión ambiental está alcanzando niveles impensables tan solo una década atrás.

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