Hernán Sorhuet Gelós
Hernán Sorhuet Gelós

Aprender de los errores

Las 37 mil hectáreas quemadas por los voraces incendios forestales en Paysandú y Río Negro dejaron al descubierto que no estamos bien preparados para enfrentarlos.

Bastó que se combinaran elementos naturales habituales en esta época del año como sequía, altas temperaturas y vientos con el inicio de algunos focos ígneos, para que se desataran incontrolables incendios.

Es bien conocido el potencial inflamable de las plantaciones forestales de pinos y eucaliptos, lo que demanda cuidados y medidas de prevención muy estrictas. Los estudios y evaluaciones que ya están en curso, deberán determinar dónde estuvieron los errores y cuáles fueron las equivocaciones cometidas que permitieron, primero el inicio y luego el avance descontrolado del fuego a lo largo y ancho de miles de hectáreas.

Esta actividad productiva se viene realizando en el país desde hace muchas décadas; pero lo ocurrido en la última semana deberá dejar una gran enseñanza.

Hay que revisar minuciosamente la seguridad en la política forestal uruguaya, para asegurarnos de que estos enormes siniestros no vuelvan a ocurrir.

No se trata solo de las pérdidas sufridas por los forestales; a ello hay que sumarle a pequeños y medianos productores ganaderos y apicultores -mucho menos visibles-, y sobre todo a la amenaza real que enfrentaron los habitantes de lugares poblados linderos a los bosques en llamas.

Lo ocurrido es muy preocupante porque nunca debió suceder. Se supone que las plantaciones forestales están preparadas para impedir la propagación de cualquier fuego que se pueda iniciar con sistemas de detección, una adecuada red de cortafuegos, la limpieza de los campos y medidas de rápida aplicación para sofocar cualquier foco ígneo con el personal y el equipamiento correspondiente.

Por su parte, los Bomberos deberían disponer de más cuartelillos distribuidos en lugares estratégicos tomando en cuenta las zonas en donde se localizan las mayores concentraciones de emprendimientos forestales del país. Política de prevención.

Dadas las condiciones estacionales de nuestro país, sabemos que durante los meses estivales el estado de alerta ante posibles incendios forestales debe alcanzar su máximo nivel.

A lo dicho hay que agregar que desde el punto de vista ambiental, año tras año aumentan las condiciones propicias para que vuelvan a ocurrir estos siniestros. ¿Por qué? Porque la crisis climática instalada refuerza la posibilidad de que los eventos naturales extremos sean cada vez más frecuentes y de mayor intensidad de lo que lo han sido históricamente.

En el tema que nos ocupa significa que debemos esperar la posibilidad de que aumenten las sequías estivales acompañadas de vientos fuertes e inesperados.

Hay que prepararse mucho mejor para la contingencia, lo que incluye en primer lugar mejorar la infraestructura para prevenir incendios forestales y para combatirlos una vez iniciados.

Y también realizar una minuciosa revisión de todos los aspectos de seguridad que rigen en el marco jurídico regulatorio de la actividad forestal.

Es sabio aprender de los errores.

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