Gina Montaner
Gina Montaner

Paciencia, fe y lucha

La adaptación cinematográfica del musical In the Heights excede todas las expectativas. 

Si en 2009 la obra escrita por Quiara Alegría y musicalizada por Lin-Manuel Miranda fue un éxito en Broadway, en la pantalla grande el musical cobra una especial energía en las calles de Washington Heights, el barrio mayormente dominicano y puertorriqueño en cuyos alrededores creció el creador del mega musical Hamilton.

En las más de dos horas de metraje es inevitable contagiarse de la luminosidad del filme dirigido por otro hijo de inmigrantes, Jon Chu, cuya experiencia personal es la asimilación de una familia china en la bahía de San Francisco. La historia, que transcurre a lo largo de tres días bajo una ola de calor en Nueva York, comprende el crisol de inmigrantes que en su barrio humilde pero afanoso no renuncian a lo que el protagonista, Usnavy, llama “sueñitos”. Porque ni tan siquiera se trata de aspirar a grandes sueños, sino modestos anhelos que los haga prosperar y tener más horizontes que el vecindario donde en plena canícula reverberan el bullicio de la música callejera, las socorridas bodegas, los pequeños negociantes y una juventud que ansía tener más alternativas de las que tuvieron sus padres y abuelos cuando emigraron. Con números musicales que quitan el aliento y que por momentos son un puro homenaje a la era dorada de Hollywood, la atmósfera del filme es un canto a la superación frente las adversidades que las comunidades de inmigrantes enfrentan.

In the Heights no evita abordar el racismo sistémico que pervive hasta nuestros días y se aproxima a cuestiones como la causa de los Dreamers (la conocida periodista méxico-americana María Hinojosa tiene un cameo en una manifestación pro inmigrantes). Pero las letras de Lin-Manuel Miranda anteponen el optimismo a los obstáculos. De hecho, en todo el musical no hay incidentes violentos, ni siquiera cuando la ciudad sufre un apagón y los ánimos están caldeados por el calor asfixiante en barrios donde abundan más los ventiladores que el aire acondicionado.

Una de las tramas centrales es la frustración de un personaje, la joven Nina Rosario, que para los vecinos es la triunfadora que logra ir a una universidad de élite, Stanford. Al finalizar su primer año, regresa al barrio con la intención de no volver al campus al sentirse fuera de lugar en un mundo donde el estrato social y el pedigrí tienen peso. Podría parecer un cliché, pero no lo es. Basta leer las magníficas memorias de Sonia Sotomayor, la primera jueza latina en alcanzar la Corte Suprema. En su libro Sotomayor relata sus cuitas al pasar del Bronx a la universidad de Princeton, donde en el primer semestre tuvo calificaciones mediocres y descubrió la barrera entre sus orígenes humildes y los privilegios que ya desde la cuna una clase más acomodada y más blanca tiene garantizados. Sotomayor no sólo lo superó, sino que se convirtió en una de las personalidades que hoy en día inspiran a los latinos. No en balde, en los grafitis que aparecen en la película como homenaje a mujeres clave, aparece un retrato de ella.

A lo largo de este musical que oscila entre la alegría más chispeante y la emoción el lema recurrente es “Paciencia y Fe”. Una letanía que se invoca en el vecindario en los momentos de desaliento. Un lema bien distinto al de otro clásico que guarda similitudes en la esencia: Do the right thing, de Spike Lee. Se trata de una de sus mejores películas, estrenada hace más de treinta años. En ella Lee plasma la tensión racial en Estados Unidos, enmarcándola en un barrio principalmente negro en Brooklyn que colinda con otras minorías. Es también verano y los ánimos están a punto de estallar. El drama se desencadenará en una pizzería regentada por una familia italo americana a raíz de una discusión acerca de incluir o no en un mural figuras prominentes de la comunidad negra. Los cien grados de temperatura contribuyen a que explote la violencia.

En la amplia filmografía de Spike Lee se combinan y contraponen las reflexiones de Martin Luther King, más inclinado al activismo pacifico, y las de Malcolm X, quien llegó a defender la acción contra la opresión. De algún modo, In the heights se aproxima al endémico conflicto a modo de manual de auto motivación como arma de resistencia. Treinta y dos años después del estreno de las más combativa Do the right thing, ambas tesis se complementan ante el mismo problema. Paciencia, fe y lucha no están reñidas.

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