Felipe Paullier
Felipe Paullier

Un país de oportunidades

¿Qué condiciones debe cumplir un país que brinde verdaderas oportunidades a todos sus habitantes? ¿En qué factores se sustenta la movilidad social ascendente que es determinante en la satisfacción que las personas tienen con la sociedad en que viven? ¿Qué debemos hacer para facilitar ese camino?

El fallecimiento del Dr. Tabaré Vázquez este domingo ha despertado muchos lógicos homenajes para un hombre que se destacó como médico, dirigente deportivo, empresario y político. Partiendo de un origen humilde, que siempre reivindicó, llegó a lo más alto en todas las áreas en que se desarrolló. La pregunta que deberíamos hacernos, en su homenaje y en el de los jóvenes de hoy en día, es ¿en qué medida ese sueño uruguayo es posible en la actualidad?

En primer lugar, un factor determinante es el sistema educativo. Una de las principales virtudes de la educación es acortar las brechas generadas por la disparidad de ingresos, permitiéndole a las personas incrementar su capital humano para mejorar su calidad de vida. Lamentablemente, nuestro sistema educativo arrastra problemas desde hace tiempo.

La deserción, particularmente en secundaria, es alarmante y las pruebas PISA muestran que también tenemos importantes problemas de calidad educativa.

En este tema, donde desde el Ministerio de Educación y Cultura y el Codicen se vienen haciendo importantes esfuerzos por cambiar esta realidad, se juega buena parte del partido para que logremos ser verdaderamente una sociedad inclusiva.

En segundo lugar, es necesario un mercado laboral dinámico, que genere puestos de trabajo que les permitan a las personas salarios dignos y crecientes a lo largo del tiempo. Aquí hay mucho por hacer. Es claro que a los jóvenes les cuesta conseguir su primera oportunidad laboral, y que la pandemia ha complicado aún más las perspectivas en el corto plazo. También en este ámbito el gobierno, desde distintas dependencias y enfoques, está trabajando con medidas que van desde la recuperación de la inversión a programas de capacitación y oportunidades laborales.

En tercer lugar, también es necesario un sistema político abierto a la participación ciudadana, que practique la democracia interna y no se cierre al manejo de una camarilla. La reforma constitucional de 1996 al habilitar las elecciones internas fue un paso en la dirección correcta. Las elecciones de jóvenes de los partidos políticos también, al permitirle a cientos de jóvenes dar sus primeros pasos. En este ámbito seguramente encontramos que nuestro país, en sus distintos partidos, brinda oportunidades de apertura que son una característica a preservar.

Un sistema político abierto y una economía que permita oportunidades para todos, en definitiva, se basa en la construcción de instituciones inclusivas, en la inversión que se realiza en las personas, especialmente en los más vulnerables, y en el desarrollo de una movilidad social dinámica que permita la superación personal. Por cierto que también dependerá del esfuerzo y las capacidad de cada uno, pero lo que no se le puede negar a nadie, es una oportunidad justa de canalizar su potencial sin sufrir la discriminación, el rechazo o, peor aún, la expulsión. En esta tarea fundamental que se está encarando nos jugamos nuestro futuro.

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