Felipe Paullier
Felipe Paullier

Las nubes pasan

En estas últimas semanas, a través de acciones articuladas y claramente organizadas, presenciamos en el debate público diversas manifestaciones que buscan impedir los avances de la reforma educativa que impulsa el gobierno.

Desde las ocupaciones múltiples en instituciones públicas en Montevideo, pasando por las pintadas con insultos en el hogar del presidente de la ANEP, Robert Silva, a las más recientes protestas de algunas corporaciones en Florida en el marco de los festejos por la Independencia de nuestro país, son claras las intenciones de algunos actores de la oposición de impedir cambios que son más que necesarios.

Más allá del sano debate que afortunadamente puede darse en un país con la calidad democrática del nuestro, es importante mantener el nivel y el clima de respeto institucional del que nos enorgullecemos como sociedad.

La primera pregunta que surge cuando se analiza la oportunidad de una reforma, es si la misma es necesaria. Los resultados educativos en nuestro país, evidenciados en indicadores diversos, reflejan dificultades impostergables. Entre otros factores, las altísimas tasas de deserción educativa a nivel secundario, particularmente en los sectores más vulnerables, deberían alarmarnos a todos, oposición y gobierno, e invitarnos a marcar un rumbo alternativo.

La reforma que se impulsa sobre el sistema educativo, propone cambios que buscan focalizarlo en los estudiantes. La base de un nuevo marco curricular, abandonando la forma de educación en contenidos y pasando a una centrada en competencias, responden a una marcada necesidad de preparar al alumno con herramientas que le permitan insertarse en la sociedad y en el mundo laboral actual.

Otro de los pilares de la reforma, es trabajar para que las instituciones educativas puedan tener mayor autonomía y, con ello, se permita una verdadera adaptabilidad de las propuestas a las realidades heterogéneas de cada territorio. A su vez, se está impulsando la extensión del tiempo pedagógico de las propuestas educativas. Entre otros cambios, se busca a través de la creación de los Centros María Espínola, que promueven una política focalizada en la Educación Media Básica y con comunidades docentes fortalecidas, mejorar los aprendizajes, el trayecto y el egreso de los estudiantes en situación de vulnerabilidad educativa y social.

En un contexto distinto, Luis Alberto de Herrera escribió en el año 1912 una reflexión en el diario “La Democracia” que hoy, en el marco de esta discusión y 110 años después, parece seguir muy vigente.

“Los orientales necesitamos, en primer término, fortificar la conciencia nacional, que latirá en condiciones muy defectuosas, en tanto subsistan las discrepancias y los agravios que en la actualidad nos dividen, desarticulando todos los esfuerzos de garra. Crear sentido común. (...) Decir a las nuevas generaciones, en nombre de las generaciones viejas, que es indispensable cambiar de rumbo, abrir otras perspectivas. Nada importa que algo reste de los viejos padecimientos. Las nubes pasan y el azul queda”.

En resumen y en criollo, si en un tema tan relevante para el Uruguay venimos fracasando haciendo lo mismo, ¿no es razonable que marquemos un rumbo distinto? El interés nacional nos obliga a avanzar.

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