Felipe Paullier
Felipe Paullier

Despedida al guapo Larrañaga

La repentina partida del Ministro del Interior Jorge Larrañaga conmovió a todo el país. De imprevisto y sobre todo muy pronto se fue el guapo al cielo.

Abogado de profesión, Larrañaga tuvo una vida destacada, de esas personas que la viven al cien por ciento. Muy joven comenzó su carrera política siendo electo edil en su heroica Paysandú en el año 1985, desde aquel entonces nunca paró.

De 1990 al 1999 fue el Intendente sanducero, revolucionando su departamento y despegando con ello a la política nacional para convertirse en una de las principales figuras y líderes del Partido Nacional hasta la fecha.

Fue senador, candidato a presidente y vicepresidente por nuestro lema, ocupó la presidencia del directorio blanco y en esta última etapa se destacó como ministro del interior del gobierno nacional. Su liderazgo en la interna blanca estuvo marcado por su amor al partido y, más de una vez, nos mostró con su ejemplo a todos los militantes el significado de anteponer el interés colectivo al personal.

El reconocimiento público de propios y ajenos refleja su huella. El fin de semana las redes sociales estallaron de mensajes y fotos que lo recordaron, siempre destacando su temple y su sonrisa. Miles de anécdotas, a lo largo y ancho del país, de un blanco que trilló todos los pueblos, cientos de historias que van a mantener vivo su legado y que reflejan su entrega constante por las causas justas.

Políticos de todos los partidos, periodistas y ciudadanos de a pie se sumaron a despedirlo primero en el Palacio Legislativo y luego, rodeado de los suyos, los blancos, en la Casa del Partido Nacional. Finalmente, en la tarde del domingo el cuerpo de Jorge fue trasladado a Paysandú, a cuyo paso por la ruta 3 encontró a cientos de uruguayos en el margen de la carretera, de a pie y a caballo, para despedirlo con cariño y al grito de “viva el guapo” y “vivan los blancos”.

La última etapa de su vida quedará marcada por su excelencia en la gestión y su capacidad como gobernante. La despedida en la noche del sábado que cientos de policías realizaron con las sirenas de sus patrulleros fue sin dudas uno de los más sinceros y emocionantes homenajes.

La altísima popularidad como ministro, así como los resultados mostrados en solo un año de gestión, reflejan la enorme pérdida para el país que implica su partida. Como manifestó el presidente Lacalle Pou en estos días, Jorge se fue en su mejor momento.

Entre muchos videos que circularon en estas horas, me quedo con uno de sus discursos en la última campaña electoral en uno de los actos de su lista 2004. Con la blanca y celeste en mano y su voz firme gritó: “Amo mi bandera, amo la bandera del Partido Nacional, esa bandera que es esperanza para miles de compatriotas (...) Por esta bandera he dado los sacrificios más grandes de mi vida”.

Los grandes hombres no mueren, quedan vivos en sus sueños y en las causas que defendieron. El mejor legado de Jorge será continuar dando sus batallas, levantando bien alto su bandera, la del Partido Nacional.

A su familia y los más cercanos, vaya el más cálido saludo en este difícil momento. Lo vamos a recordar por su sonrisa, por su entrega y sobre todo por esos abrazos fuertes que daba cuando uno se lo encontraba. Que en paz descanses guapo.

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