Danilo Arbilla
Danilo Arbilla

Dos más dos es cuatro

Nada para agradecerle al referéndum; lo dicho hace tres semanas. Ninguna novedad, diga lo que diga la izquierda y lo que surja del “craneo” de los expertos, entendidos y operadores.

Empecemos por separar la paja del trigo. Vayamos a los números y a los hechos.

La LUC fue aprobada. Los 135 artículos no fueron derogados. Eso es lo que estaba en juego ¿no? Es lo que todos decían hasta el día antes.

El país está dividido en dos -chocolate por la noticia- y la mitad mayor apoya a la coalición de gobierno. Lo mismo que pasó en noviembre del 2019 cuando esa mitad mayor voto a Luis Lacalle Pou. Esta vez, además, la diferencia creció: 51 mil votos ahora contra 37 mil de hace dos años.

Se discutirá -por discutir- que se incluyen los votos en blanco como a favor del No. Y si: si algo era sabido por cada votante era que votar en blanco era votar a favor del No. Se cansaron de advertirlo los frentistas.¿O no?. Un referéndum no es una elección nacional y por ello el voto en blanco es y se computa diferente. También es o debería ser distinta la ponderación los votos anulados (81.800). Son votantes que están en contra -de los partidos, del sistema, de los políticos-, pero en este caso no en contra de la vigencia de la LUC. El tema, quizás, ni les va ni les viene, pero decididamente si hubieran estado en contra, hubieran votado el Sí.

Puestos a barajar números y comparaciones hay otros datos: en el balotage hubo 170 mil votos (validos) mas que en el referéndum. Quiere decir que a esos 170 mil ciudadanos que esta vez no votaron, no apoyan expresamente al gobierno, pero no les molesta su ley. Si no hubieran ido a votar por el Sí. ¿O no? Daniel Martinez en términos relativos y en términos absolutos recibió más apoyo que el Sí.

No se explica entonces que se hable de un nuevo mensaje, que pide un cambio y que debe ser atendido por el gobierno. Nada que ver. Es el mismo mensaje que emergió del resultado de las últimas elecciones.

Lo que es distinto hoy es el animo y el empuje de un FA ya psicoanalizado. Las firmas, el cambio de cara presidencial, -aunque por momentos Pereira hace añorar a Miranda-, el propio resultado del referéndum, les quito la pesada carga de haber perdido la elección. Aquello los abrumó. En esta también perdieron, como lo dicen los números, pero no estaba en juego el poder, sino el honor. El referéndum le sirvió para agruparse y tomar fuerzas.

Este nuevo FA va a jugar fuerte y al estilo que marca la doctrina: el fin (el poder) justifica los medios.

Hablan de diálogo -palabra muy manoseada- pero no aportan nada constructivo qué es lo que se espera en un dialogo de buena fe. Además, es imposible: el modelo de país de ellos, según lo repite y repite Pereira es diametralmente opuesto al del actual gobierno.Y efectivamente es así.

Si realmente tuvieran esa disposición al dialogo, que no la probaron ante la emergencia sanitaria ni ante los coletazos de la guerra, la chance de hacerlo es ahora con la reforma de la seguridad social. Se trata de un problema serio y un tema de estado. Es para todos y para los tiempos que vienen.

Sería criminal que en este tema no contribuyan y asuman y peor que se manejen con formulas utópicas, demagógicas y electores.

Habrá que verlo. No parece muy probable. Los números cantan: dos mas dos es cuatro pero no lo admiten ni lo soportan.

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