Claudio Fantini
Claudio Fantini

Pulsiones oscuras

Algunos actos resultan reveladores de pulsiones oscuras. Las fuerzas políticas herederas de ideologías autoritarias, suelen ocultar convenientemente las raíces que las conectan con un pasado político plagado de crímenes y dogmas adversos al espíritu de la democracia.

El partido de Giorgia Meloni tiene entre sus ancestros a Mussolini y a Giorgio Almirante, el fundador del partido de los fascistas que sobrevivieron a la derrota frente a los aliados comandados por el general Patton y el mariscal Montgomery. Pero ni bien comenzó a repuntar en las encuestas dejaron de hacer el saludo romano y de recitar elogios al Duce.

En España, el partido ultraconservador Vox nunca hizo el saludo del brazo extendido que había tomado de los fascistas y los nazis, pero desde el principio exudó un conservadurismo oscuro y prepotente que lo revela como heredero ideológico de la versión española del nacionalismo corporativista, ultra-religioso y profundamente antiliberal que comandó Francisco Franco.

El franquismo fue la encarnación personalista del “falangismo”, la ideología impulsada por Primo de Rivera combinando nacionalismo duro con catolicismo fundamentalista.

Esa ideología había quedado huérfana y en vías de extinción cuando el partido Alianza Popular, que lideraba el ex ministro franquista Manuel Fraga Iribarne, empezó a democratizarse y dio su paso más firme hacia el estado de Derecho de la democracia liberal al convertirse en Partido Popular (PP).

Ahora, en estas décadas que supuran mesianismos autoritarios en formato de anti-sistema, apareció un partido conservador que cobró fuerza como la réplica opuesta de la izquierda anti-sistema y de los nacionalismos anti-castellanos y separatistas: Vox.

Al principio, la dirigencia cuidó las formas para no ser obvios en la identificación con un pasado surcado por ríos de sangre, aunque con la aparición de liderazgos anti-sistema de extrema derecha en otros países de Europa y en las dos Américas, empezaron a dejar fluir sus impulsos naturales.

Por cierto, entre Vox y el falangismo franquista hay diferencias. Aquel fascismo modelo siglo XX era corporativista y partidario del Estado grande y fuerte, mientras que las mutaciones actuales de la ultraderecha son anti-Estado y anti-corporativos. Pero los acerca la virulencia con que desprecian la democracia liberal y a los que piensan diferente.

Este nuevo conservadurismo anti-sistema atrae mucha gente que se auto-percibe de centroderecha, pero frente a Bolsonaro, Trump, Meloni, Milei y otros exponentes de esa vereda, empiezan a descubrir su verdadera naturaleza política. A muchos les cuesta admitirlo y tratan de ocultarlo como un secreto inconfesable, pero frente a la crítica de un liberal demócrata reaccionan agresivamente, desde esa naturaleza: el conservadurismo autoritario.

“Vamos a volver al ´36” cantaban en el escenario del acto que organizó Vox en Madrid. Las autoridades del partido dijeron que el estribillo no incita al retorno del régimen de Francisco Franco (o una versión actual de aquel modelo de fascismo español), sino el señalamiento de lo que quiere el actual gobierno: volver al republicanismo anárquico y caótico que desembocó en la Guerra Civil. Pero esa explicación es absurda.

Si la intención fuese señalar el intento por parte de la coalición PSOE-Podemos de recrear el republicanismo de comunistas, anarquistas, socialistas y liberales de la primera mitad del siglo XX, el estribillo diría “vamos a volver al 31”, ya que es 1931 el año en que comenzó la II República al caer la monarquía que encabezaba Alfonso XIII. El turbulento periodo democrático que fue clausurado en 1939 por la Guerra Civil que había iniciado Franco en 1936.

Por cierto, hay mucho por cuestionar al gobierno que encabeza Pedro Sánchez y en alianza con Podemos, un partido anti-sistema de veleidades marxistas, además de pactar permanentemente acuerdos parlamentarios con los catalanes independentistas de Esquerra Republicana y con el partido extremista vasco Bildu, en cuyo árbol genealógico está Herri Batasuna, antiguo brazo político de la ETA. Pero cuestionar al gobierno por hacer equilibrios en esos peligrosos bordes, reivindicando a la dictadura criminal que abatió la II República con la ayuda de Hitler y Mussolini, es ideológicamente tanto o más oscuro que las derivas de Pedro Sánchez.
Las dos partes cometieron crímenes en la Guerra Civil iniciada en 1936 con el levantamiento de Franco en un cuartel del norte de Africa. Pero los crímenes que cometió el bando al que apoyaban de manera abierta la Alemania nazi y la Italia fascista, superaron ampliamente a los cometidos por los republicanos. Y el régimen que nació de aquella guerra sanguinaria continuó encarcelando, torturando y fusilando.

Criticar la ideología criminal de los aliados vascos que tiene el gobierno de Sánchez, es absurdo si a la crítica se la hace desde otra ideología criminal. Por eso el acto de Vox que tuvo como invitado a Javier Milei, fue una tiniebla más en la ensombrecida democracia española.

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