Claudio Fantini
Claudio Fantini

Líderes y realidades paralelas

Los mesianismos autoritarios de izquierda y de derecha logran crear sectas masivas.

Los adeptos al autoritarismo mesiánico empiezan a actuar como miembros de una secta en el preciso momento en que reemplazan la realidad evidente por la realidad que les describe el líder. En ese punto, lo que ocurre de manera objetiva y visible es reemplazado por lo que el líder dice que está ocurriendo, aunque resulte inverosímil.

En el siglo 20, lograron ese fenómeno de masas los liderazgos de Hitler, Mussolini, Mao Tse-tung, Pol Pot y Kim Il-sung entre otros.

En la actualidad, una nueva camada de líderes con distinta gradación de autoritarismo está logrando convertir en sectas a porciones importantes de la sociedad. En la vertiente izquierdista del populismo latinoamericano, el calamitoso régimen chavista que hundió una economía que flota en petróleo y reprimió dejando centenares de muertos, cárceles colmadas de presos políticos y una diáspora de dimensiones bíblicas, es visto como un liderazgo heroico que resiste el esfuerzo de Washington por empobrecer y dominar a los venezolanos.

En la vertiente ultraconservadora, Vladimir Putin describe una guerra justa contra “los nazis” donde lo visible es una invasión injustificada y criminal que perjudica al mundo entero.

Los encandilados por Trump siguen viendo un fraude a pesar de la grabación en la que el entonces presidente presiona al gobierno de Georgia para que “encuentre los 11.780” votos que necesitaba para volcar el resultado en ese estado, y también a pesar del violento asalto al Capitolio con saldo de cinco muertes que instigó para destruir el proceso electoral que a todas luces había perdido.

Todos pudieron escuchar a Trump exigiendo “encontrar” esos votos a Brad Raffensperger, quien estaba a cargo del proceso electoral en Georgia. Si ese funcionario estadual, que era republicano y de la facción trumpista, fue capaz de defender la realidad real de la ficción que Trump quería imponer ¿por qué no creer en esa evidencia y en los videos que muestran al presidente instando a la turba a que ataque el Congreso para destruir la elección y atrapar al vicepresidente Pence para darle su merecido por haber certificado el resultado?

A pesar de semejante estropicio institucional, político y moral, los candidatos de Trump hoy reunirán millones de votos en las urnas de medio término, convencidos de que el fraude del que dice haber sido víctima el magnate neoyorquino existió y fue orquestado por un establishment que quiere instalar el comunismo en Estados Unidos.

Del mismo modo, millones de brasileños y de ultraconservadores en el mundo están viendo el fraude que les señala Jair Bolsonaro, aunque su gobierno acepta la realidad evidente y reconoce el resultado de la elección, dando inicio a la transición hacia el próximo gobierno. De esos millones, decenas de miles acuden, literalmente, a “golpear la puerta de los cuarteles”, pidiendo a los militares que den un golpe de Estado para evitar que Lula asuma la presidencia y convierta a Brasil en un país comunista.

Algo que a cualquier persona medianamente equilibrada le resulta delirante, es tomado como verdad absoluta por millones de personas.

Más allá de las críticas que merezca Lula, está a la vista que la coalición que encabeza abarca desde la centroderecha hasta la centroizquierda, o sea expresa al centro. También está a la vista que el vicepresidente será el ex gobernador paulista de centroderecha Geraldo Alckmin y que a esa fórmula la apoyó otro hombre fuerte de la derecha moderada: José Serra. Pero sobre todo está a la vista que el mayor y más prestigioso referente de la economía liberal y la política de centro, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, hizo militancia en la campaña para que Lula reemplace a Bolsonaro en la presidencia, impidiendo que se concrete el proyecto autoritario que el ex capitán pretendía consolidar en un segundo mandato.

Sin embargo, y a pesar de que en sus gobiernos anteriores el líder del PT mantuvo el marco macroeconómico diseñado por Cardoso, millones de Bolsonaristas sostienen que se implantará el comunismo si el ejército no interviene.

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