Claudio Fantini
Claudio Fantini

Ecuador en llamas

A Ecuador lo atraviesa una fractura que, cada tanto, amenaza con partirlo en dos. El Ecuador de la costa y el Ecuador de la sierra se recelan y confrontan.

Las diferencias son profundas. El país de la costa es empresarial y dinámico, con un corazón financiero que late en Guayaquil, mientras que el país de las montañas gira en torno a una gran urbe, Quito, pero es esencialmente rural y étnicamente indígena.

El poder económico del país empresarial apuesta al extractivismo, buscando potenciar las empresas de hidrocarburos y ampliar las áreas de explotación petrolera adentrándose en la selva amazónica. Es ahí donde encuentra, siempre con la guardia alta, al país indígena.

El Ecuador de la producción rural demanda combustible al precio que necesitan los productores agrícolas y ganaderos, que están lejos de poder pagar los precios del mercado. Por eso, cuando el gobierno intentó sincerar el precio del combustible, estalló el conflicto que está desestabilizando al presidente Guillermo Lasso.

La protesta indígena derribó, en enero del 2000, al presidente Jamil Mahuad. Hubo participación militar en aquel conflicto que destruyó un gobierno constitucional, pero el componente indígena fue fundamental.

Volvió a serlo en la elección del 2002, en la que uno de los militares que participó en el derribo de Mahuad, el coronel Lucio Gutiérrez, venció a tres ex presidentes que integraban la dirigencia tradicional: Rodrigo Borja, Osvaldo o Hurtado y León Roldós.

Pero la sociedad política con el movimiento indígena no duró demasiado y Lucio Gutiérrez, quien había acordado con el FMI un aumento del precio de los combustibles, terminó cayendo en el tercer año de su mandato.

En la década que duró el gobierno encabezado por Rafael Correa, el choque con el movimiento indigenista llegó con el intento de ampliar a selvas amazónicas la exploración y explotación petrolera. Y la chispa que provocó el incendio social que está cercando al actual mandatario, fue su intento de subir el precio de los combustibles. Pero hay una semilla insurreccional en el origen mismo de este gobierno.

Ocurre que al concluir el escrutinio de la primera vuelta del proceso electoral que convirtió en presidente a Guillermo Lasso, en el segundo lugar había quedado Yaku Pérez. De tal modo, era el candidato del movimiento indigenista Pachakutik quien disputaría el ballotage con Andrés Arauz, el candidato del ex presidente Correa.

A muy poca distancia, Guillermo Lasso quedaba tercero y afuera de la segunda vuelta. Pero el correísmo y la centroderecha que postulaba al banquero de Guayaquil, reclamaron un recuento. Al terminar ese conteo de votos, Yaku Pérez había caído al tercer puesto, quedando afuera del ballotage.

En Pachakutik y en la CONAIE (Comisión de Nacionalidades Indígenas de Ecuador) muchos quedaron con la sensación de que el correísmo y la centroderecha se habían confabulado para impedir que el movimiento indigenista pudiera quedarse con la presidencia del país.

Aunque en veredas opuestas en varias cuestiones políticas y económicas, tanto el partido de Rafael Correa como los sectores económicos y fuerzas políticas que postularon a Lasso coinciden en propiciar un modelo extractivista petrolero, por lo tanto son aliados naturales si se trata de frenar a Pachakutik y la CONAIE.

Como muchos movimientos indigenistas del mundo, esas fuerzas sociales y políticas de las comunidades nativas son férreas defensoras del medio ambiente, en especial de los buques a los que sienten el hogar que tienen la obligación de cuidar.

Pachakutik y CONAIE resisten los proyectos extractivistas que avanzan sobre selvas amazónicas, por eso conciben posible un entendimiento secreto entre el correísmo y el sector financiero, las empresas y los partidos centroderechistas que apoyaron la candidatura de Guillermo Lasso.

A esa altura del proceso electoral, parecía claro que quien pasara a la segunda vuelta, tenía chances de vencer a Andrés Arauz, y en ese caso, como partidario de una economía que no ponga límites a la explotación de hidrocarburos, el correísmo prefería perder contra otro extractivista.

Así es como vieron lo sucedido sectores significativos de la dirigencia indigenista. Y en la primera oportunidad que se les presentara, se lanzarían contra Lasso.

Por cierto, Rafael Correa prioriza su sed de revancha y su desprecio a al actual presidente, por eso se sumó al reclamo de que se ponga fin al mandato del actual mandatario.

El ex presidente coincide con CONAIE en cuestionar el aumento del combustible. Pero si recuperara el poder, volvería a tropezar con la grieta que, además de hacer caer gobiernos, amenaza la unidad del Ecuador.

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