Claudio Fantini
Claudio Fantini

Cambio con continuidad

Los resultados son claros, contundentes, sin embargo, no anuncian con certeza el desenlace del proceso electoral.

Visto desde la competencia entre candidatos, hay un gran ganador y es Gustavo Petro. Con las reglas electorales de Argentina, ya estaría consagrado porque superó el 40 por ciento con más de diez puntos de ventaja sobre el segundo. Pero por las reglas de Colombia deberá pasar al ballotage con Rodolfo Hernández. Y para entrever lo que puede ocurrir en las urnas de la segunda vuelta, hay que tener en cuenta lo que muestra otro ángulo de observación del resultado este domingo: la derecha superó el cincuenta por ciento de los votos.

Nunca una segunda vuelta en Colombia revirtió una diferencia de más de diez puntos, por lo que el candidato de la coalición Pacto Histórico quedó con grandes chances de convertirse en el primer presidente izquierdista de Colombia. Pero si el 40,35 por ciento de los votos que obtuvo son su techo y serán sólo algunos pocos puntos más los que pueda sumar en el ballotage, entonces crecen las chances de Rodolfo Hernández.

Si los votos que se dispersaron entre candidatos de derecha se unifican en las urnas del 19 de junio, el millonario empresario que fue alcalde de Bucaramanga podría superar el cincuenta por ciento de los sufragios y se convertiría en presidente.

La última palabra no está dicha en lo referido al próximo mandatario, pero sí en lo que se refiere a la partidocracia tradicional. Este domingo perdió de manera aplastante la clase dirigente que siempre ha gobernado Colombia.

El bipartidismo expresado en el Partido Liberal y el Partido Conservador, fusionados en la coalición que postuló a Federico “Fico” Gutiérrez, apenas alcanzó el 23 por ciento de los votos. Rodolfo Hernández se le adelantó en la recta final hacia las urnas, con un discurso anti-clase dirigente en el que señaló como “corruptos” a todos los que han gobernado Colombia.

El resultado le dio un portazo al ex presidente Alvaro Uribe, al actual presidente Iván Duque y a los demás dirigentes que han gravitado en los gobiernos de las últimas tres décadas.

También se derrumbó estrepitosamente el centro, con Sergio Fajardo cayendo a los márgenes de la intrascendencia electoral y con Ingrid Betancourt desapareciendo del escenario político.

Como la sorpresa en esta elección es el empresario que hizo campaña levantando la bandera anti-corrupción, es él quien comenzó con envión la campaña para la segunda vuelta.

El problema de Hernández es que, para ganar el ballotage, necesita ese 23 por ciento de votos que apoyó al establishment político, lo que podría ahuyentar buena parte del voto anti-dirigencia tradicional que lo depositó en la segunda vuelta.

Si es por la claridad de los discursos y la gestión como gobernantes, Petro tiene la ventaja. Su discurso es claro y medular, mientras que, en Bogotá, la ciudad en la que fue alcalde, alcanzó el cincuenta por ciento de los votos, lo que muestra una notable aprobación a su gestión, aunque Hernández arrasó en el departamento de Santander, cuya capital es Bucaramanga.

Las urnas dejaron en claro que los colombianos quieren reemplazar la dirigencia. Aunque llevan décadas haciendo política, Petro y Hernández representan la posibilidad de cambio; el primero por pertenecer al sector que jamás ocupó la presidencia: la izquierda. Y el segundo porque proviene del mundo empresarial y su discurso, tumultuoso y superficial, lo muestra como un outsider.

En la primera vuelta ganó de manera abrumadora la voluntad de cambio. El ballotage dirá qué tipo de cambio quieren los colombianos, pero ni Petro ni Hernández son verdaderos outsiders de la política.

En materia de anti-sistemas, en el mundo han salido de las urnas muchos engendros demagógicos y liderazgos extremistas. Colombia tenía uno de los pocos casos de outsiders valiosos: el matemático y filósofo Antanas Mockus, que salió de la actividad académica y gobernó durante dos gestiones la capital colombiana.

Con Petro y con Hernández, la política sigue atrapada en la dicotomía izquierda-derecha.

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