Anibal Durán
Anibal Durán

La génesis

Por momentos la crispación nos gana y la razón se nubla. Por momentos “sacamos la bestia a pasear” y las diatribas proliferan.

Se convocó a una reunión para levantar la mira convocada por el presidente del Frente Amplio, y aunque la intención es loable, pareciera que se diluye en ese sano propósito. Pour la galerie, tituló el columnista Faig al respecto. Ojalá se equivoque.

En Uruguay lejos estamos de adquirir el estatus de país desarrollado. El concepto de desarrollo implica la plena satisfacción de las necesidades básicas de la población, el acceso de todas las personas a una amplia variedad de bienes y servicios para satisfacer sus demás necesidades, la reducción de la desigualdad, la eliminación de la discriminación, el goce de las más amplias libertades y la disponibilidad de un entorno saludable y seguro. Algunos aspectos nos son inherentes como el de la preciada libertad, pero de otros estamos muy lejos. El desarrollo implica la mejora del bienestar de las personas. La educación y su reforma que plantea el gobierno, sigue siendo resistida por la oposición. Querrán que las cosas queden como están? El maldito statu quo. Además el crecimiento de un país es una condición necesaria pero no suficiente para alcanzar el desarrollo.

El inicio del camino refiere a valores que debemos rescatar y preservar, pensando también en el desarrollo que queremos alcanzar. Si no elevamos el nivel de la discusión, los consensos no llegarán. Si la reforma jubilatoria es determinante para el futuro generacional de compatriotas, no podemos andar con chicanas que enlodan la discusión. Que se discuta y se fundamente y que se corrija lo que haya que corregir, pero con buena fe.

No nos estamos tolerando y las voces se encrispan y los cánticos para la tribuna se multiplican. Tolerar no es compartir; la tolerancia es una manera de convivir independiente de las ideas que se agiten en el escenario de la convivencia.

Tolerar no es transigir; el que transige se pliega a ideas que no compartía. La tolerancia mantiene frente al campo opuesto toda la vieja firmeza de una postura distinta; observa la posición ajena desde su lugar, sin comprometerse con ella, y usa tácticas cordiales ya sea para no entorpecer el ejercicio de las actitudes que no comparte, ya sea para ganar adeptos en campo contrario. No está pasando.

Por momentos no nos respetamos. El respeto es por encima de todo una noción moral. La persona sin otra consideración adjetiva, solo por el hecho de serlo, es acreedora a un título de respeto sin discriminación de ninguna causa específica, de ninguna relación particular.

¿Qué decir de la educación ? No repetiremos conceptos, análisis, conclusiones de gente verdaderamente idónea. Simplemente diremos que la educación reclama entre nosotros una rectificación de rumbos. Esa rectificación debe apuntar a colocarla frente a dos realidades: la que deriva de la capacitación práctica del hombre para la conquista de un bienestar material y lo prepara en cuanto instrumento de producción y la que mira al hombre en sí mismo como valor sustancial, empeñándose en integrarlo como ser inteligente y sensible, capaz de reacciones morales, capaz de percibir en la vida de relación el equilibrio necesario entre los derechos que se proclaman y los deberes que se tienen, capaz de moverse y actuar subrayando las exigencias que lo enfrentan con su fin último.

“Solo los educados son libres” dijo un griego, sabia expresión.

Seguramente la educación no produce mejores individuos en forma automática, pero lo hace con mucho más frecuencia que la estupidez y el egoísmo que surgen de la falta de conocimiento y el empobrecimiento del intelecto. Una educación pública de calidad, es lo único que nos va a asegurar movilidad social que equivale a decir que el hijo de un hombre humilde podrá ser profesional el día de mañana, como era moneda corriente muchos años atrás.

La vida de relación plantea un clima que es necesario encarar como de recíproca situación de servidumbre moral, donde la libertad humana queda limitada a cuanto no atente ni directa ni indirectamente a desorientar los rumbos de la conciencia ajena.

Finalmente, la etapa de desarrollo de un país no equivale a los productos de ese desarrollo sino a una condición previa: una actitud de seriedad, de responsabilidad, de conductas probas socialmente compartidas ; afianzar los valores expuestos en la nota, tolerancia, respeto, entre otros, deberían constituir el inicio del camino hacia ese desarrollo…

Los tiempos van jugando su partido y los nombres comienzan a saltar, sin medir consecuencias ni evaluar el contexto de un país que sí mejora pero que sigue complicado. “No son tiempos de hablar de candidaturas”…y eso es lo que compete. Pero se desconfía de eso y se tejen conjeturas. ¿Por qué escudriñar, si la respuesta es convincente? Pensando así, se manejan erróneamente las prioridades.

Reportar error
Enviado
Error
Reportar error
Temas relacionados