Álvaro Ahunchain
Álvaro Ahunchain

Vale todo

No me animo a aventurar un resultado del referéndum del domingo 27.

Las empresas de investigación están aportando dos datos bastante contradictorios: por un lado es contundente la evaluación positiva del gobierno, con niveles de rechazo que nunca superan el 30%. Pero esto no se refleja en las encuestas, con leve ventaja del No y un sorprendente porcentaje de indecisos.

Si algo tenemos claro tirios y troyanos, es que un sector importante de la ciudadanía se siente como perro en cancha de bochas. Mucha gente no ha leído y ni siquiera sabe de qué versan los artículos impugnados; otros tantos payan abiertamente sin entender mucho, pero posando de expertos leguleyos. Esta consulta no tiene la sencillez de aquel plebiscito del vintén (1951), ni tampoco la carga emocional del glorioso No a la dictadura de 1980.

Tal complejidad es la que ha dado lugar a un nivel de simplificación en el discurso opositor que no le hace asco ni a la exageración malintencionada ni a la mentira.

En los últimos días, esa compulsión los ha llevado, por ejemplo, a denunciar que el combustible sube de precio por culpa de la LUC. ¡Hasta le escuché decir al presidente del FA que la ley es la responsable de lo que cuesta un maple de huevos! “Es solo entrar a la feria para ver que 30 huevos valen 350 pesos. Y eso el pueblo lo entiende, lo analiza, ve que esta norma no nos ha favorecido para nada”, declaró Pereira.

Por su parte, Esteban Valenti tuiteó el testimonio de un hombre con cuellito de cura que se presenta como “monseñor de la Iglesia Católica Antigua”, quien declara que una de sus fieles habría sido detenida “por su apariencia”. La Iglesia Católica verdadera (ni antigua ni posmoderna) aclaró que esa persona no pertenece a su grey y reafirmó su neutralidad en asuntos políticos. Y lo de la “apariencia delictiva” es una mentira ya vieja que no creímos que se reditara a dos semanas de las elecciones, porque no refiere a personas sino a “hechos”.

También se escucha que “violadores y delincuentes peligrosos no saldrán de la cárcel por votar sí”, cuando es sabido que no es cierto, que efectivamente serían liberados antes de tiempo, porque es la LUC la que impide que rediman pena por trabajo y estudio.

Otros argumentos agregan también su cuota de extravagancia: en las siempre interesantes tertulias de En perspectiva, escuché decir a un dirigente del FA que la ley tiene “demasiados artículos” y eso “no está bien”. Es gracioso: la coalición agarró en 2020 una papa caliente (déficit fiscal, inseguridad pública, deriva educativa) y se la critica porque las medidas que toma de urgencia para salvar la situación son demasiadas. O la denuncia de ahora, de 50 supuestos casos de abuso policial, en el mismo momento en que la oposición aclara que “no está en contra de la policía”.

La verdad es que no es fácil prever el resultado. Lo que queda claro es que si triunfa el Sí, no solo se estará frenando el impulso reformista del gobierno. También -y mucho más grave- se habrá creado el peligroso precedente de que vale tirar cualquier fruta en campaña electoral, porque confundir y engatusar al votante puede dar resultado. Habría que pedir a los frenteamplistas culposos que van a votar anulado (y a los derechistas arrogantes que votarán en blanco) que tengan en cuenta ese riesgo y se pongan sin complejos del lado de la racionalidad.

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