Álvaro Ahunchain
Álvaro Ahunchain

El Fidae avanza a toda marcha

Esta es una semana que transitamos como en una montaña rusa de estímulos culturales. El sábado y domingo pasados fue la gran movida anual del Día del Patrimonio, que tuvo como protagonista a la querida China Zorrilla en el centenario de su nacimiento.

Pero al mismo tiempo, daba comienzo el Festival Internacional de Artes Escénicas que organizan la Dirección Nacional de Cultura y el Sodre, y que se extenderá hasta el próximo domingo.

Hay mucho para ver. Para tomar una dimensión del acontecimiento, vale la pena señalar algunas cifras. Son 15 espectáculos extranjeros y 27 nacionales, que están ofreciendo 60 funciones en 21 salas de nueve departamentos del país.

Bajo la curaduría de Mariana Wainstein y Martín Inthamoussú, el público uruguayo está asistiendo a espectáculos provenientes de Italia, Francia, España, Portugal, Estados Unidos, Brasil, Bolivia y Argentina, donde confluyen las disciplinas escénicas más variadas, como teatro, danza, circo, títeres y artes vivas.

Entre los espectáculos nacionales que incluye la programación, hay una selección de 13 exitosas reposiciones, cuatro que estrenan especialmente para la ocasión la Comedia Nacional y el Sodre, y diez estrenos de autor nacional que integran el segmento “Nuestra”, la segunda edición del Festival de Dramaturgia Uruguaya. Recomiendo especialmente ingresar a fidae.mec.gub.uy, para tomar nota de las variadas ofertas escénicas que el país recibe en estos días y que llegan al público con precios de entradas muy convenientes.

A ello se suma un buen número de talleres gratuitos, donde los interesados de distintos departamentos del país podrán profundizar en el trabajo creativo de los artistas visitantes, en áreas tan variadas como actuación, danza, dramaturgia, dirección, improvisación, autoficción, malabarismo, teatro de objetos, escenografía, iluminación y hasta interpretación del verso español.

Son muchas las razones que justifican este gran esfuerzo de producción del Ministerio de Educación y Cultura, continuando una tradición de festivales internacionales que arranca tempranamente en los años 80, a partir de esfuerzos de pioneros inolvidables como Rubén Castillo, Gloria Levy y Jorge Pignataro. Quien esto escribe era casi un adolescente, y se deslumbró en aquellos años con los trabajos de gente como el ítalo-danés Eugenio Barba, el grupo español La Zaranda y el director brasileño Aderbal Jr.

Hoy son otros los deslumbramientos, en un emprendimiento de alta significación para la salud cultural del país: abrir las tranqueras, dejar entrar los nuevos lenguajes y estéticas, desafiarnos en contacto con búsquedas artísticas producidas en contextos diferentes al nuestro. Pero el Fidae es más que una ocasión para recibir experiencias. También brinda la oportunidad de internacionalizar el trabajo de nuestros artistas, porque han sido invitados programadores extranjeros, a quienes se les ofrece un nutrido itinerario de espectáculos nacionales, con vistas a que los seleccionen para llevar a sus respectivos países.

Por otra parte, es un evento que genera puestos de trabajo, porque permite que técnicos locales reconstruyan complejas escenografías de las obras visitantes, al tiempo que repercute en una directa intensificación de la actividad hotelera, gastronómica y comercial (verán que evito la palabrita “derrame”, que me parece detestable…)

Para tomar conciencia del extraordinario potencial de la cultura como instrumento para la proyección del país en el mundo, alcanza con referir la paradoja de que una de las compañías más famosas de Europa, la italiana Piccolo Teatro di Milano, está presentando en el Fidae nada menos que una obra escrita y dirigida por un uruguayo: Zoo, de Sergio Blanco. No es nada diferente a lo que hicieron hace 70 años Taco Larreta, China Zorrilla y Enrique Guarnero, en una aplaudida gira por Europa que posicionó al teatro uruguayo en el nivel de jerarquía que aún hoy ostenta.

La creatividad de un país no es un simple derrame: es una surgente poderosa que nos destaca en el mundo por algo más que la carne de vaca y el fútbol. Como nunca antes en la historia, el siglo XXI es el de una producción cultural múltiple, diversa y descentralizada. Las plataformas de streaming ya no se limitan a bailar al son del organito de Hollywood: financian proyectos locales, porque comprenden que el viejo paradigma de la globalización cultural no es más que una simplificación obsoleta. Las artes escénicas se encuentran siempre en la avanzada de la innovación y experimentación, creando nuevos lenguajes y apostando a conmover al público, con la contundencia que solo da la presencialidad. A ello se suma el bienvenido rebote que está haciendo el público, desde el aislamiento de la pandemia hasta esta renovada oportunidad de encontrarnos en los teatros.

“Tiempo de reencuentros” es el acertado eslogan de este Fidae.

Un reencuentro que trasciende fronteras y culturas, para hacernos más unidos y más libres.

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