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Punto de difícil salida y una clase media que quedará comprometida financieramente, dice el Banco Mundial

Exsecretario del Tesoro de EE.UU., Larry Summers cuestiona lo que hicieron el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

El 30% de los hogares integra la clase media consolidada. Foto: Archivo
La clase media puede quedar comprometida financieramente.

Estamos acercándonos a una recesión mundial que podría ser persistente, porque en dos años se llegaría a un punto cíclico de difícil salida, según el Banco Mundial.

Esto significará que casi 685 millones de personas continuarán viviendo en la pobreza -o en la pobreza extrema- en la próxima década y que la clase media también se verá comprometida financieramente.

Ante esta realidad bastante desoladora (resultado del impacto de la pandemia del covid-19 y de la guerra en Ucrania que elevó los precios de los commodities y afectó la producción mundial de alimentos), tanto el Banco Mundial (BM) como el Fondo Monetario Internacional (FMI) consideran que la prioridad actual debe centrarse en la desinflación.

La situación es la siguiente: el año pasado, los bancos centrales de todo el mundo, encabezados por Estados Unidos, redefinieron sus deudas de largo plazo y se concentraron en notas de tasa flotante. Al mismo tiempo, continúa la alta volatilidad en muchos mercados y cada vez más inquietudes sobre la falta de liquidez.

Ese es el terreno actual que afecta a los más vulnerables, según Larry Summers, exsecretario del Tesoro de Estados Unidos y actual presidente emérito de la Universidad de Harvard, en un conversatorio junto al presidente del Banco Mundial, David Malpass, organizado por el BM .

Summers está a favor de cierta flexibilización en la política monetaria en este momento. “La agilidad de la QE (quantitative easing, o flexibilización cuantitativa) debe ser algo mesurado y acorde con lo que el sistema financiero pueda tolerar”, sostuvo.

Cabe señalar que la QE es una estrategia de política monetaria utilizada por los bancos centrales, como la Reserva Federal, a través de la cual compra valores para intentar reducir las tasas de interés, aumentar la oferta de dinero e impulsar más préstamos a consumidores y empresas; su objetivo es estimular la actividad económica durante las crisis financieras y mantener el flujo de crédito.

El economista aplaudió el reconocimiento de que el Banco de Inglaterra debería ser el acreedor de los mercados de último recurso, como una acción apropiada en pro de la estabilidad. Y lanzó: “Me sentiría muy sorprendido si el Banco de Inglaterra fuera el último banco central que juzgara necesitar emprender en estas operaciones fiscales (de último recurso) para el próximo año o más. Espero que mantengamos el ímpetu en torno a la desinflación”.

Malpass, por su parte, se mostró crítico con respecto a cómo las economías más avanzadas están asumiendo una proporción mayoritaria del capital global. “Están tratando de hacerle frente a sus deudas nacionales y estamos viendo que los bonos de esas economías (las más desarrolladas) están priorizándose. Nos estamos alejando del desarrollo con estos sesgos”, advirtió.

Los expertos enfatizaron que las políticas fiscales deben ser concordantes con el ejercicio de la desinflación, y también mantener la apertura de los mercados (están en contra del proteccionismo), además de evitar subsidios no focalizados.

Larry Summers
Larry Summers, exsecretario del Tesoro de Estados Unidos. Foto: Banco Mundial

Retener o dejar fluir

Ambos economistas señalaron que el capital debe fluir más de los países más ricos a los países más necesitados. En este contexto, las instituciones de intermediación cumplen un rol fundamental para que las transferencias sean efectivas.

Summers fue más allá: “La retención de la deuda de países industriales es un uso estéril de los ahorros. El impulso debe ser a favor de promover la movilización y el flujo de esos ahorros, y así beneficiar a otros países”. A su entender, se lograría más con la movilización de ahorros y con mayor calidad de la intermediación financiera internacional, que con la retención de la deuda (en el sentido tradicional).

La recaudación impositiva podría ser mejorada, así como “no gastar dónde no se necesita”. Como ejemplo de cómo maximizar recursos, citó una reciente legislación en Estados Unidos que aborda el tema de los precios de los fármacos, lo que redundará en límites a los costos de la salud.
En todo caso, el conjunto de las políticas y acciones de transferencias y manejo de los recursos y deudas ayudarían a los mercados emergentes.

David Malpass. Foto: AFP
David Malpass. Foto: AFP

"Decepcionado" con el FMI y el Banco Mundial

Hubo un punto de tensión: Summers dijo sentirse “decepcionado” con los niveles de transferencias de recursos de las instituciones financieras en 2021. “No han estado a la par con el crecimiento de la economía, que han tenido desde 2017”, dijo. Y planteó que las estrategias deberían ser más agresivas cuando existen urgencias. “Respuestas más enérgicas y rápidas”, afirmó.

“El departamento de bomberos todavía está en la estación. Alguien debería estar proponiendo algo en alguna parte. Estoy muy decepcionado con la respuesta (del BM y el FMI)”, espetó.

Malpass salió al paso: “La balanza de pagos (del BM) se ha expandido de forma dramática desde mi presidencia” (desde abril de 2019). Por ejemplo, el BM desembolsó más de US$ 20.700 millones para América Latina durante el año fiscal (concluido el 30 de junio de 2022), lo que es visto como un apalancamiento de gran escala por el organismo.

No obstante, reconoció que a los organismos se les dificulta ser más proactivos en relación a los bienes públicos mundiales porque se trata de transferir recursos a ámbitos que, a lo mejor, no generan beneficios.

En los últimos años, la composición internacional de la deuda ha cambiado: es una deuda más dirigida a China y a acreedores privados, por parte de un mundo que se ha quedado con menos mecanismos para reducirla.

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