REGRESIVIDAD

El impuesto que más dinero extrae de las personas y los cambios que podrían hacerse

El IVA es el principal generador de recaudación del sistema tributario de Uruguay, representando casi el 50% de los ingresos de la DGI según los datos acumulados a agosto de 2022.

DGI. Foto: Ariel Colmegna.
DGI. Foto: Ariel Colmegna.

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El Impuesto al Valor Agregado (IVA) es el principal generador de recaudación del sistema tributario de nuestro país. Pero, ¿qué cambios se le deberían hacer?

Este miércoles se llevó a cabo el último día de las Jornadas Tributarias, organizadas por la Dirección General Impositiva (DGI), en donde Fernando Peláez, del Departamento de Estudios Tributarios del organismo, analizó este impuesto.

Según Peláez, el IVA es el principal generador de recaudación del sistema tributario de Uruguay, representando casi el 50% de los ingresos de la DGI según los datos acumulados a agosto de 2022.

El IVA, por su modelo de diseño, cuenta con un problema “intrínseco” que es la regresividad, es decir que las personas de menores ingresos destinan una porción mayor del mismo al consumo y por tanto resultan más gravadas que las personas de ingresos altos.

En base a la última Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares (Engih), realizada entre 2016 y 2017, Peláez señaló que el consumo sobre el ingreso del primer quintil (el 20% más pobre) es del 107%, el cual va cayendo hasta el 72% del quinto quintil (el 20% más rico).

La incidencia del impuesto, si se tomara el 22% para todo el consumo, para el primer quintil (que tendría un ingreso medio de $ 35.320,50) es del 19%, lo que dejaría un ingreso disponible luego del IVA de $ 28.484,54.

Mientras tanto, la incidencia cae a medida que aumentan los ingresos, en donde esta es de 13% para el quinto quintil (de $ 115.640,50 de ingreso medio), dejando un ingreso disponible después del IVA de $ 100.601,43.

Sin embargo, destacó que el impuesto de nuestro país contiene una serie de excepciones objetivas, es decir que recaen en un conjunto predeterminado de bienes y servicios, que procuran reducir la regresividad del impuesto.

Las medidas “típicas”, según explicó, pueden verse como exoneraciones a las ventas de los bienes y servicios de la canasta de consumo, el tratamiento de exportación o la aplicación de una alícuota reducida. Al aplicarse una excepción de la canasta de consumo se favorece más, “relativamente”, a los hogares de menores ingresos, ya que estos destinan una proporción mayor del ingreso al consumo de bienes y servicios esenciales, que los hogares de mayores ingresos.

En este sentido, en base a la Engih, según Peláez las personas que integran el primer quintil -de menores ingresos- destinan el 42,9% de sus ingresos a alimentos y bebidas (27%) y salud (15,8%), mientras que aquellas personas del quinto quintil -mayores ingresos-, destinan el 17,3% (10,1% en alimentos y bebidas y 7,2% en salud).

En tanto, señaló que las soluciones que plantean reducir la regresividad del impuesto de modelo, logran hacerlo pero es “discutible si es la forma más eficiente de hacerlo”.

Estas medidas tienen un costo, al menos, que es la pérdida de recaudación al otorgar un tratamiento excepcional. El gasto tributario por estas excepciones equivale a más del 5,1% de la recaudación del impuesto, según indicó.

A su vez, señaló que recientemente se han incorporado excepciones subjetivas, como las devoluciones de las Asignaciones Familiares-Plan de Equidad, quienes pueden tener una devolución total del IVA incluido en las adquisiciones de bienes y servicios que realizan.

Una excepción subjetiva es aquella que se funda en las características del sujeto comprador y no en la del bien comprado.

En este sentido, señaló que la medida suprime la incidencia del impuesto para un conjunto concreto de personas, previamente identificadas, y por un monto máximo conocido.

El gasto tributario de estas medidas asciende a 0,4% de las recaudación, indicó Peláez.

“Si bien el beneficio actual tiene un alcance limitado, en la medida que el costo que produce es controlado, podría extenderse a otras personas”, señaló.

A su vez, dijo que conceptualmente es una solución “eficaz” para reducir la regresividad del IVA, y “más eficiente que la actual”, porque puede lograr el mismo objetivo con un menor uso de recursos, ya que produce una menor renuncia fiscal.

La tecnología y la información con la que se dispone, según explicó, permiten avanzar en esta dirección, focalizando el beneficio en las personas y no en los bienes y servicios.

En tanto, afirmó que aumentar el monto individual del beneficio y extender su cobertura, potenciaría la capacidad del ajuste para reducir la regresividad del impuesto. Incluso, señala que podría neutralizarla o hacer del IVA un impuesto progresivo, es decir que a medida que crece el ingreso o capacidad económica de las personas también crece su aporte.

Fines extrafiscales

Otra de las participaciones del evento fue la de Javier Bugna, de la Universidad Católica del Uruguay, quien habló sobre los servicios extrafiscales de los impuestos.

Sobre estos explicó que están aquellos que buscan el estímulo y otros el desestímulo. Por ejemplo, en relación a la salud señaló el uso de los tributos para el desestímulo al consumo del alcohol y el tabaco o los tributos sobre los juegos de azar y casinos. Por otra parte, mencionó los tributos en relación al medioambiente, como aquellos que promueven al reducción del consumo de plásticos no reutilizables o la preferencia de vehículos eléctricos o híbridos por sobre los de combustible. A su vez, mencionó otros para el estímulo en la educación o la vivienda.

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