“ES PROBABLE QUE SIGA EN AUMENTO”

En 2021 crecieron 31% tratamientos de fertilidad financiados por Fondo Nacional de Recursos

La ginecóloga Dana Kimelman, especialista en medicina reproductiva, estima que, dado el aplazamiento para tener hijos, seguirá en alza la demanda de estos tratamientos.

Pie de bebé. Foto: Shutterstock
Pie de bebé. Foto: Shutterstock

En Uruguay nacen cada vez menos niños. Disminuyen los embarazos adolescentes. Y la edad promedio en que las mujeres tienen su primer hijo se corrió en más de tres años en un solo lustro (de 22 a 25 años). En tanto, en el “ideal” -al menos en las respuestas que dan sobre el “ideal” en las encuestas de opinión pública- la mayoría de uruguayas quieren tener dos hijos. Este combo de factores está redundando en el alza de las solicitudes y autorizaciones de técnicas de reproducción asistida de alta complejidad.

El último año -con emergencia sanitaria incluida y una gran ola que perjudicó la asistencia presencial- el Fondo Nacional de Recursos (FNR) autorizó 609 tratamientos de reproducción asistida. La cifra creció 31% respecto a 2020 e incluso aumentó respecto al año previo al covid-19. “Y es probable que continúe en aumento”, afirma la ginecóloga Dana Kimelman, especialista en medicina reproductiva y responsable de la clínica de oncofertilidad del hospital Pereira Rossell.

Prueba de este incremento -que de todas formas Kimelman aclara que se dio siempre por debajo de lo que se estimaba previo a la promulgación de la ley de reproducción asistida en 2013- es que en las edades finales del período reproductivo es el único tramo en que los nacimientos no cayeron en Uruguay. Incluso crecieron.

Casi un tercio de los tratamientos que autorizó el FNR el año pasado fue para mujeres de 39 años. La edad límite que fija la reglamentación de la ley son los 40 años -aunque se tienen en cuenta excepciones- y ese también es el límite que suelen fijar los ginecólogos en la ecuación de riesgo-beneficio para un embarazo.

La Sociedad Española de Fertilidad estima que una mujer sana tiene una probabilidad del 20% de quedar embarazada cada mes cuando tiene 30 años. A los 40 esto baja al 5%. “Las mujeres nacemos con un número de óvulos, como si fuera una cuenta de banco que tiene un monto inicial y no crece con el paso del tiempo, y a medida que envejecemos ese número desciende en cantidad y calidad”, explica Kimelman.

La menor cantidad de óvulos acorta la probabilidad de gestación. Y la baja de la calidad hace que se acumulen “errores genéticos” que pueden poner en riesgo a la madre o al futuro feto.

Tiempos modernos

A comienzos del siglo XX las mujeres uruguayas tenían una esperanza de vida que no alcanzaba los 50 años. Se morían incluso antes de la edad promedio en que inicia la menopausia. A mitad de ese siglo ya superaban los 70 años. Y hoy trepan a más de 82 años.

Menos de dos de cada diez mujeres trabajaban en Uruguay a comienzos del siglo XX. Ahora lo hacen seis de cada diez. En 1900 ingresó a la Universidad de la República, por primera vez, una mujer: Paulina Luisi. Ahora más del 63% de los inscriptos son mujeres.

Pero “la biología reproductiva no evoluciona con la expectativa de vida ni el rol social de las mujeres… sigue siendo la misma, con los mismos tiempos”, dice Kimelman. Por más que se pueda mejorar la técnica, explica, “cuando el embarazo se da en edades superiores a los 40, hay más riesgo de diabetes gestacional, de hipertensión, de aborto espontáneo…”.

En ese sentido, las técnicas de reproducción asistida son -como lo dicen su nombre- una ayuda que permite saltearse algunas etapas del proceso reproductivo no asistido -como la obtención de varios óvulos en un mes o la fertilización en un laboratorio, ahorrándose el trayecto que tiene que hacer el espermatozoide hasta el óvulo-, pero “se trabaja con lo que se tiene y no se puede inventar”, dice la ginecóloga en referencia a que el éxito del tratamiento “va de la mano de la cantidad y calidad de óvulos que disponga cada mujer”.

La preservación de los gametos (óvulos y espermatozoides) previo al envejecimiento, así como el recibir donaciones de óvulos jóvenes, “aseguran un mayor éxito en el tratamiento reproductivo”.

En esa línea, Kimelman explica que el nivel de precisión que hoy tienen las técnicas hace que “se pueda controlar la transferencia de un solo embrión” y evitar así las chances de tener mellizos, algo antes “frecuente” en tratamientos.

Y el acceso a estas técnicas, aclara, “no es exclusivo para las usuarias del sector privado”. De hecho, los datos del Fondo Nacional de Recursos muestran que el año pasado se autorizaron 448 tratamientos en mutualistas, 75 en ASSE, 81 en seguros privados y el resto en otro de prestadores.

Mitos sobre la técnica y asistencia

- ¿Hay más reproducción asistida porque vivimos estresados? La calidad de vida incide en el cuerpo y, por consiguiente, el mantener hábitos saludables contribuye a la función reproductiva. Pero “numerosos trabajos académicos demuestran que es falso aquello de que el estrés disminuye fertilidad y que para quedar embarazada hay que estar tranquila”, dice la ginecóloga Dana Kimelman.

- ¿Cuándo la mujer no puede quedar embarazada es su “culpa”? Los estudios demuestran que el 30% de los casos de infertilidad responden a alguna causa en la mujer, otro 30% en el varón y el resto se desconoce el motivo específico.

- ¿Los bebes gestados con técnicas de reproducción asistida nacen antes de tiempo (prematuros)? En las primeras técnicas de alta complejidad se transferían varios embriones con la intención de incrementar las chances del tratamiento. Eso derivaba en mayores chances de embarazos múltiples (mellizos o trillizos) y, por consiguiente, más chances de acabar el embarazo antes de término. Pero las nuevas técnicas transfieren un solo embrión.


Reportar error
Enviado
Error
Reportar error
Temas relacionados