Testimonios

Uruguayos en Maracay esperan hace dos años por medicamentos

Familias enteras no pueden acceder a remedios para la diabetes y la hipertensión.

Hospitales en Venezuela. Foto: El Nacional | GDA
Hospitales en Venezuela. Foto: El Nacional | GDA

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En Maracay, la capital del estado Aragua, viven aproximadamente 300 uruguayos. Uno de ellos es Sergio Martínez, de 66 años, quien hace dos que no puede acceder a los medicamentos para tratar su hipertensión y diabetes en Venezuela. En su caso, debe recurrir a su yerno que viaja asiduamente a Colombia y Honduras para conseguir la insulina y pastillas que necesita para controlar la presión.

“Yo soy hipertenso, diabético e insulinodependiente, y me encuentro en una situación similar a la que se denunció en Isla Margarita”, señaló ayer Martínez, que es músico, a El País desde Caracas. El músico indicó que hace por lo menos dos años que “no se consigue la insulina” en las farmacias y que la única forma de obtenerla es a través de su hijo y su yerno. “Mi yerno es fotógrafo de bodas en Colombia y Honduras y siempre de todos lados me trae la insulina o las pastillas para consumir”, explicó Martínez que se encuentra en el país caribeño desde 1978. Agregó que tiene varios problemas de circulación y que “había un medicamento que se compraba acá y ya desapareció” del mercado.

Martínez comentó a El País que en Venezuela “hay una escasez de casi un 90% de remedios” y que no está dispuesto a pagar más por la medicación en el “mercado negro” que asegura ya está instalado. “Básicamente necesito insulina de acción rápida y de acción lenta y no las consigo acá. Las pastillas para la presión también son difíciles de conseguir. Es muy costoso obtener los medicamentos en este país”, remató. Explicó que el salario mínimo en Venezuela está ubicado en los 18.000 bolívares y que las pastillas que requiere para tratar su enfermedad se pueden encontrar en sitios de compra web por 30.000 bolívares. “El salario mínimo son 18.000 bolívares, y ahora se llaman soberanos y una pastilla para la atención normal sale entre 30.000 a 40.000 bolívares”, explicó. “La insulina que necesito por mes vale 225.000 bolívares, un monto al que no se llega con ningún salario, si bien no dependo de uno porque soy músico”, contó el uruguayo que vive en Venezuela junto a su esposa.

Al ser consultado por la situación de otros uruguayos en sus mismas circunstancias, Martínez dijo que hace poco un amigo tuvo que irse del país con “ceguera y problemas de Parkinson” dado que los remedios que requería ya no se encontraban en el mercado local. Por otro lado, señaló que conoció a una familia uruguaya que al no poder comprar los medicamentos que necesitaba, tuvo que recurrir al consulado para solicitar la repatriación. Contó que los funcionarios le dijeron que ya “no existía” esa figura.

Su historia no es muy diferente a la de la uruguaya Mariana Quintero que vivió en Venezuela hasta 2016 y que para conseguir un tratamiento para curar el cáncer de mama a su madre, tuvo que trasladarse hasta Alemania. “Yo me tuve que traer a mi mamá a Alemania para que se hiciera el tratamiento para el cáncer de seno aquí. En Venezuela no había manera. A mis abuelos les tengo que mandar las medicinas desde aquí porque no tienen forma de conseguirlas en Venezuela”, aseguró en diálogo con El País.

La semana pasada, algunos uruguayos que viven en Venezuela también contaron a El País sus peripecias para acceder a los fármacos en el país caribeño.

A Alicia, por ejemplo, los médicos le habían mandado diez sesiones de radioterapia para tratar el cáncer de mama que tiene. Pero Alicia solamente pudo realizar cinco de esas sesiones. Es que la máquina de radioterapia del hospital de Isla Margarita donde se atiende se rompió meses atrás y todavía sigue así, inservible. No hay repuestos, le explicaron. Esto dejó a los pacientes oncológicos de ese centro de salud sin la posibilidad de acceder al tratamiento. “No tengo a dónde ir a hacerme la radio”, dice a El País por teléfono Alicia, una uruguaya de 68 años que hace 47 llegó a Venezuela de visita y, cuenta, se “enamoró” tanto de ese país que lo eligió para vivir.

Otros han corrido peor suerte. “En mi consulta médica antes éramos 25 o 30 pacientes, ya quedamos dos o tres”, dice. “Los que no se han muerto por falta de medicinas ya no pueden pagar, porque no tienen los medios para traerlas de Colombia, de Estados Unidos, porque son medicinas muy costosas en el exterior”, agregó.

Alicia aseguró que Venezuela sufre una “emergencia médica”, que los gobernantes mienten cuando aseguran que no hay una crisis humanitaria en ese país (“no dicen la verdad”, sostiene), y cuenta que espera la ayuda del Estado.

Donde vive no faltan alimentos. “Aquí hay pescados, uno come verduras”, explica. Lo grave es la escasez de fármacos. “Yo veo una medicina y para mí es como el mejor par de zapatos del mundo, es el mejor regalo”, cuenta. Enseguida agrega que cuando le dijeron que tenía cáncer le pronosticaron que viviría seis meses. Eso fue hace nueve años. “Entonces yo le tengo mucho amor a la vida”.

En los últimos dos años 346 uruguayos regresaron al país provenientes de Venezuela (188 en 2017 y 158 en 2018), de acuerdo a la información que proporcionó la semana pasada a El País la Dirección General para Asuntos Consulares y de Vinculación del Ministerio de Relaciones Exteriores. En Venezuela hay unos 8.000 uruguayos.

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