EL PRESIDENTE SUFRAGÓ EN EL LICEO GUADALUPE

El día de Lacalle Pou: entre cientos de fotos, abrazos, regalos y cartas tras votar en Canelones

“¿A alguien le cabe en la cabeza que la Policía Nacional va a hacer una requisa de propaganda de un partido político en una cancha de fútbol? Parece de Harry Potter", dijo Lacalle por lo de Progreso.

Luis Lacalle Pou votando. Foto: Juan Manuel Ramos.
Luis Lacalle Pou con gente. Foto: Juan Manuel Ramos.

El sol tenue de la mañana cae sobre la avenida Joaquín Suárez, en el Prado. Ni siquiera son las nueve y ya hay periodistas acomodándose frente a la residencia presidencial. Aguardan alguna señal del presidente, Luis Lacalle Pou. Pero todavía hay poco movimiento: algún auto pasa y toca bocina, en señal de apoyo al gobierno; desde otro vehículo sueltan un insulto. Y así todo.

Pegado al portón de la residencia, pasa un hombre cargando un palo con una bandera de Uruguay y en la punta, anudados, globos rosados. Por el otro lado de la calle llegan Sandra y Nélida, madre e hija, las primeras militantes que le expresarán apoyo al presidente en esta jornada. Ellas también traen una bandera bajo el brazo. “De Uruguay, porque lo conozco a Luis y sé que hoy para él no hay partidos, que este es un tema nacional”, argumenta Sandra. ¿Qué le quiere decir? “Que venimos a darle un espaldarazo. Para mí, esto es esperar a que el pueblo nuevamente lo elija”, opina.

Unos minutos después se les suma Daniel. “Vengo por razones obvias, porque hoy nos jugamos mucho: nos jugamos reafirmar el estilo de vida que queremos y por el que votamos”, dice. ¿Cómo cree que vivirá este día el presidente? “Tranquilo, porque él tiene una paz que no sé de dónde la saca”.

Pasadas las 10:30, Lacalle parte a votar a Canelones. En el trayecto, hay poco tránsito, poca propaganda. El presidente votará 11:30 en el Liceo Guadalupe, ubicado en el centro de la ciudad. En las inmediaciones del liceo, ya se siente otra energía. A pocos metros de la puerta de entrada hay un puesto del Sí, y apenas a unos pasos de distancia, en la misma vereda, del No: la convivencia es óptima, dicen los delegados de ambas posiciones.

En la vereda de enfrente, pegados a la pared, van alineándose los seguidores; en su mayoría señoras y señores mayores, y madres con niños. Entre ellos, tres mujeres se hacen compañía. Comanda Alicia Roca, una señora coqueta que pronuncia fuertemente cada letra erre: “Rrroca”, modula. Acaba de dejar su voto. “Lo que no me gustó es que cuando voté, no me dejaron salivarrr, entonces el sobre quedó medio abierto”. Sospecha. “Pero hay que tener confianza, porque con la trrrampa igual no se hace nada”, dice. A su lado, está Gabriela. Según ella, “las listas del No estaban un poco manchadas”. Alicia la interrumpe, “para mí él es maravilloso, le voy a decir que grrracias, que se hizo cargo de todos nosotros en la pandemia”. Se suma Gabriela: “Como dicen los españoles, tiene los cojones bien puestos”. ¿Qué creen que se juega hoy? “Mirá, sinceramente de política no entiendo nada”, confiesa.

Cada minuto que pasa, sube la temperatura. José Esteban lo espera desde hace una hora con un saco de lana, pero no se inmuta. “Lo conozco desde que era chiquito e iba a mi casa con el padre. El padre (Luis Alberto Lacalle Herrera) me ayudó, me hizo un desvío de la ruta que pasaba por mi campo y me rompía todo. Me ayudó a salvar los campos, y yo para agradecerle le di una damajuana de vino y dos salchichones”, cuenta entre risas.

A su lado, una madre espera con sus dos hijos. Vinieron porque a Mateo, de 12 años, le interesa la política. ¿Qué tanto? “Quiero ser presidente”, lanza. Mercedes trajo una carta. Es de su padre, está enfermo y a sus 97 años esta es la primera vez que no vota. ¿Qué dice la carta? “Andá a saber. Es larga. Estuvo buscando cosas que tenía de la época del gobierno del padre y las puso acá en este sobre”, dice y señala el papel, que en una esmerada caligrafía, en tinta azul, indica “Luis Alberto Lacalle Pou”.

Hasta ese momento había una relativa calma. Pero ya son las 11:15 y hay más de 100 personas agolpadas que permanentemente dicen cosas como “está a siete cuadras”, “está a cuatro”. La cuenta regresiva se intensifica, hasta que: “¡Ahí está!”. La hija de Gabriela, Karen, da pequeños saltos de emoción. Un grupo acelera el paso hasta la camioneta que lo transporta.

Llega el presidente y todo es furor. Tanto, que desciende del vehículo tres cuadras antes de lo previsto. Le llevará más de 30 minutos ingresar al liceo.

Luis Lacalle Pou votando en Canelones. Foto: Juan Manuel Ramos.
Luis Lacalle Pou votando en Canelones. Foto: Juan Manuel Ramos.

Esta recorrida es a pura selfie

Continuamente una mano se apoya en su espalda, “¿una foto?”. Él responde a cada pedido y chequea que la fotografía efectivamente haya salido bien. Algunas personas son insaciables. Dejan pasar unos segundos y vuelven a pedirle otra.

“Vine desde Montevideo”, le grita una señora a la que le costaba llegar hasta él. Se detiene. “¿Quién dijo eso?”, pregunta, y se acerca. “Luis, te amo, te amo, vine desde Tacuarembó”, le grita otra; le aprieta el brazo, lo encara y exclama, “¡me desmayo!”.

Otra señora lo enfrenta. “¿Te puedo decir algo al oído?”, le dice. ¿Era un secreto? “Es entre él y yo”, responde con picardía. Lacalle avanza entre más conversaciones al oído. Le entregan cartas que él le pasa a una asistente o a un guardaespaldas.

Finalmente ingresa al liceo

“¡Qué muestre la credencial!”, le piden los medios. Antes de entrar al circuito, tiene tres minutos de relativa paz, pero detrás de la mesa de votación se avecina un batallón de cámaras.

Vota

A la salida, otra vez la misma escena. “Tranquilo que hay presidente para todos”, dice un hombre para calmar los empujones. El presidente alza a los niños, abraza a las personas, de vez en cuando le pide a su asistente que apunte algún número de teléfono. “Qué notable. Nunca más vamos a tener un presidente como él”, dice una mujer mientras lo ve marcharse. Y suspira.

Luis Lacalle Pou junto a familias. Foto: Juan Manuel Ramos.
Luis Lacalle Pou junto a familias. Foto: Juan Manuel Ramos.

El recorrido del presidente que es una tradición

“Vamos a comer un cordero muy chiquito”, bromea Lacalle ante los periodistas que le consultan si seguirá la tradición de ir a almorzar a lo de la familia García. Como es habitual, los García preparan un espacio para la prensa, pero hay una regla: cámaras abajo, grabadores apagados. A lo largo de la ruta 81, camino a San Bautista, el presidente se detiene cada vez que alguna persona, o grupo, lo aguarda con una bandera del Partido Nacional, o de Uruguay. La primera parada es en Paso de la Cadena. Una señora con su perrito chihuahua le pide una foto. “¡Es un perro feroz!”, le dice Lacalle y lo acaricia. Después se detendrá a saludar a una familia, que lo espera junto a dos vacas. Enseguida cruzará la ruta e irá a la casa de otros viejos conocidos. Seguirá hasta lo del “Chingolo”, un rematador de ganado. “¿Viste la calcomanía de tu negocio que tengo en la camioneta? ¿Por qué te crees que vende el Chingolo? ¿Nos vamos a sacar una foto?”, le dice Lacalle al hombre. ¿Hace cuánto se conocen? “Uh, desde que empezó en la política. Siempre que hay una votación, viene. ¿Viste la calcomanía en la camioneta?”, dice él con orgullo. Tras otras paradas, llegamos a lo Danilo García. El presidente trajo vino y whisky. ¿Cuándo empezó esta tradición? “Hace 23 años. Por algo de cábala, un día de elección vino a almorzar acá y quedó la costumbre para siempre. Ya sabemos que él va a venir.” ¿Alguna frase de aliento? “Siempre nos decimos que somos orgullosamente blancos. Esta semilla del partido para nosotros es muy importante”.

Progreso: “Parece de Harry Potter”

Lacalle fue cuidadoso de no violar la veda en varias ocasiones. Tras votar, respondió algunas preguntas a la prensa. Sobre la requisa al Club Progreso, dijo: “¿A alguien le cabe en la cabeza que la Policía Nacional va a hacer una requisa de propaganda de un partido político en una cancha de fútbol? Parece de Harry Potter.” ¿Habló con Heber? “Por supuesto. Hablé con todas las autoridades policiales y vi todos los videos”.

“Soy cero cabalero”, dice Lacalle

Danilo García conoció a Luis Lacalle Pou antes de que se iniciara en la política. El primer acercamiento fue con su madre, Julia Pou. En una votación fue a almorzar a su casa y desde entonces siempre vuelve. Entre la numerosa familia García, algunos lamentaban que “cinco años es mucho tiempo”. El presidente conversó con cada uno de los integrantes. “No vengo por cábala, soy cero cabalero. Es solo una costumbre”, dijo.

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