HIPÓTESIS PRINCIPAL

Policía cree que celulares en un dron sobre la cárcel eran para un jefe narco

Esa hipótesis se basa por el lugar donde cayó el aparato al ser derribado.

Puerta de entrada al Complejo Penitenciario Unidad 4 Santiago Vázquez del Instituto Nacional de Rehabilitación. Foto: Francisco Flores.
Puerta de entrada al Complejo Penitenciario Unidad 4 Santiago Vázquez del Instituto Nacional de Rehabilitación. Foto: Francisco Flores.

Eran las 23:30 horas del miércoles 12 cuando la guardia de la Unidad 25 avistó un dron volando cerca del celdario. La Unidad 25 es la cárcel de máxima seguridad que tiene el sistema penitenciario y se encuentra en el centro del penal de Santiago Vázquez (ex Comcar).

La guardia avisó a la dirección de la Unidad 25 sobre la presencia del objeto volador y esta dio luz verde para que fuera derribado.

El dron recibió varios disparos de escopetas. Cuando los policías se acercaron al aparato vieron que este portaba celulares atados con una piola. No trascendió el número de teléfonos incautados.

En la Unidad 25 están alojados los 15 presos considerados los más peligrosos del país y tienen prohibido tener comunicación con el exterior en forma directa. Sus contactos con familiares se realizan desde una cabi-na y son monitoreados por la Policía.

El aparato cayó a pocos metros de la celda de Ricardo Cáceres, alias “el Ricardito”. Cáceres es medio hermano de Luis Alberto Suárez Correa, alias “el Betito”, quien integró la “Superbanda” en la década de los noventa. Hoy Suárez Correa se encuentra recluido en el Penal de Libertad.

Una fuente policial dijo a El País que la principal hipótesis que manejan los investigadores penitenciarios es que los celulares tenían como destino al “Ricardito”, quien es señalado como un poderoso jefe de una organización que distribuye drogas en la periferia de Montevideo.

En otras cárceles, munido de celulares, “el Ricardito” ordenaba a su banda operativas de tráfico de drogas y de lavado de dinero, según dijo la fuente policial. Y agregó que este delincuente, tanto desde el barrio como desde la cárcel, habría estado detrás de varias extorsiones, amenazas y órdenes para arrancar dedos, cortar orejas y hasta perpetrar algunos homicidios.

En otra celda cercana al lugar donde cayó el dron se aloja Erwin “Coco” Parentini, quien enfrenta cinco causas: un homicidio agravado, dos tentativas de homicidio, un delito de asociación para delinquir y otro homicidio especialmente agravado.

Parentini también es investigado por la Fiscalía por haber escrito una carta con amenazas de muerte hacia el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, y al director del INR, Luis Mendoza. En cambio, su abogado defensor, Sebastián Puppo, consideró que Parentini no cometió el delito de amenazas que se le pretende imputar porque no envió las cartas.

Tecnología de punta

Cuando los guardias de la Unidad 25 levantaron el dron destruido, observaron que se trataba de un Holy Stone HS 600, un aparato con tecnología de punta. No se trata de un juguete que se compra en las grandes superficies por poco más de US$ 100.

El dron derribado cuenta con cámaras de alta fidelidad, tiene un alcance de hasta 3.000 metros y cuesta, en el mercado local, casi US$ 700 . Su ruta de vuelo puede configurarse desde cualquier smartphone, lo que lo convierte en un bien preciado para distribuir cualquier elemento.

A las 15.00 horas de ayer, tras ser informado por la Policía sobre el derribo del dron, el fiscal de Flagrancia de 2° Turno, Sergio Palomeque dispuso que se derivara a pericia al aparato y “los celulares incautados a fines de obtener información de relevancia”.

Según la fuente, los investigadores sospechan que el operador del dron se ubicó en un campo cercano al ex Comcar y desde allí lo dirigió hacia la Unidad 25, ubicada en lo que antiguamente se conocía como el Módulo 12.

El 30 de junio de 2018 ocurrió, en ese módulo, uno de los peores episodios de la historia penitenciaria uruguaya. Unos 30 presos -la gran mayoría homicidas y rapiñeros con largas condenas- ocuparon el Módulo 12 y tomaron de rehenes a tres policías apropiándose de escopetas y otras armas. Seis horas más tarde, a las 10.30 horas, liberaron a una policía.

Mediante fotos sacadas por celulares de las víctimas, los presos posaron junto a los policías apuntándoles a la cabeza o amenazándolos con cortarles el cuello. Luego de una intensa negociación, los presos liberaron a los rehenes y volvieron a sus celdas. Poco después, el módulo fue vaciado y el lugar fue utilizado como lugar de atención para los médicos de ASSE. Durante esta administración, el módulo se transformó en la Unidad 25.

Un penal que depende en forma directa del director de cárceles

A pesar de que este establecimiento se encuentra en el predio de la Unidad N° 4 Santiago Vázquez, es independiente y está dirigido directamente por el director del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), Luis Mendoza. Él es quien decide qué reclusos son una amenaza y deben ser trasladados a esta unidad de máxima seguridad. La particularidad de la Unidad N° 25 es que cada preso vive en una celda individual con patio para cada uno, mientras que en muchas cárceles del país hay hacinamiento. Los reclusos pueden salir al patio dos horas por día, pero en ese momento no tienen contacto entre sí. Dos veces a la semana pueden realizar llamadas durante 30 minutos en una cabina telefónica (que es grabada y vigilada con cámaras) y una vez a la semana reciben visitas por un máximo de dos horas. El establecimiento tiene forma de “H” y cuenta con celdas de nueve metros cuadrados. En cada una hay cama, mesa y una televisión.

Realizan vigilancia extrema en unidad 25

A diferencia de otros módulos del ex Comcar, la Unidad 25 oficia como una cárcel de máxima seguridad en el sistema penitenciario uruguayo. Tiene capacidad para 48 internos y hoy hay alojados 15. En dicha unidad hay más policías desplegados, los presos no caminan juntos por los patios y hay cámaras de seguridad en todo el recinto. “Allí se efectúa una vigilancia apropiada dada la peligrosidad de los presos alojados”, explicó una fuente policial.

Los reclusos tienen horas de patio y visitas acotadas. Según la fuente, esa extrema vigilancia fue la que permitió detectar al dron volando a pocos metros del celdario.

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